2014

miércoles, 31 de diciembre de 2014

75 aniversario de Lo que el viento se llevó

Si hay una frase famosa en el clásico Lo que el viento se llevó, por delante del ¡A Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre! -según el American Film Institute-, es la que pronuncia Rhett Butler, cuando le dice  Francamente, querida, me importa un bledo (Frankly, my dear, I don't give a damn). El AFI la sitúa en el puesto número 1 de su AFI's 100 Years...100 Movie Quotes.  Una frase que corrió serio riesgo de no aparecer en el filme,


En los años 30, no existía todavía en Estados Unidos un sistema para adjudicar calificaciones por edades a las películas. Los estudios, a cambio, decidieron autorregularse, imponerse a sí mismos una serie de límites que dieron cuerpo al conocido como código Hays. Límites que Lo que el viento se llevó puso a prueba en más de una ocasión, al tocar temas como la violencia y la prostitución. Sin olvidar la mencionada frase.

El productor David O. Selznick tenía muy claro que debían ser fieles al original, el libro superventas de Margaret Mitchell. Y esto incluía respetar una sentencia tan icónica como la que suelta Rhett. Esta fue su defensa ante los censores: «Esta palabra [se refiere al «damn» traducido en España como bledo, pero más próximo a «maldición» o incluso «mierda»], como se usa en la película, no es una palabrota o una blasfemia. Lo peor que se podría decir de ella es que es un vulgarismo».

Durante, un tiempo, sin embargo, en previsión de que no le dieran el visto bueno, Selznick y el editor Val Lewton se dedicaron a buscar alternativas. Pidieron sugerencias para modificar la frase por si finalmente no era del agrado de los censores, y el resultado quedó recogido en un documento que conserva el Harry Ramson Center, situado en Austin (Texas).


En ese documento se pueden ver opciones como «simplemente no me importa» o «me deja frío». Finalmente no fue necesario acudir a un plan B. Steve Wilson, un experto del citado centro, se felicita porque se respetara la frase original. «Como dijo Selznick, es la frase clave de toda la historia», explica. «La película es sobre Scarlett y sus inseguridades, una mujer que toma todas estas decisiones cuestionables y aquí hay un tío que realmente la quiere y ella lo estropea».

Lo que no pudo estropear la censura fue la inclusión de una de las frases más célebres de la historia del cine.

Fuente: Today, ABC, AFI

martes, 30 de diciembre de 2014

Fallece Luise Rainer

 Luise RainerHa fallecido una de las primeras actrices que pasó a formar parte de la historia del cine. Luise Rainer, una de las primeras en conseguir llevarse el Oscar dos años consecutivos, ha muerto a los 104 años - “El secreto de una vida larga es no creer nunca a los médicos”, decía-. La actriz logró una hazaña inolvidable, lograda solo por cinco actores en la historia de estos premios que el próximo 2015 cumplen 87 ediciones. 

El gran Ziegfeld y La buena tierra eran los títulos que le valían el galardón a mejor actriz a este veterana, que vio como su carrera caía en picado tras semejante reconocimiento. Rainer limitó se apariciones en la gran pantalla, hasta el punto de casi hacerlas desaparecer. The Gambler junto a Michael Gambon, era una de las últimas ocasiones en las que veíamos a esta intérprete que también se ha paseado por algún capítulo de Vacaciones en el mar

Rainer nació el 12 de enero de 1910 en Viena, Austria, según su entrada en el libro de referencias Who's Who, aunque algunas fuentes citan su lugar de nacimiento como Dusseldorf, Alemania. Comenzó a actuar de adolescente a las órdenes del innovador director austriaco Max Reinhardt y apareció en varias películas alemanas. A mediados de la década de 1930 fue descubierta por un cazatalentos de Metro-Goldwyn Mayer y se trasladó a Hollywood. Su primera cinta estadounidense pasó sin causar sensación, pero sus siguientes papeles la convirtieron en una estrella. Con sus grandes ojos y sus elegantes pómulos, Rainer se ganó la inmortalidad en Hollywood al convertirse en la primera persona que ganó un Oscar como intérprete en años consecutivos. El Oscar por La buena tierra se lo arrebató en esa ocasión a Greta Garbo, candidata por La dama de las camelias, papel que la Rainer había rechazado.

"La ceremonia no era tan elaborada como lo es ahora" decía la actriz en 2003, una actriz que no parecía del todo satisfecha con estos dos premios. De cualquier manera, Hollywood llora la pérdida de la que fuese una de las intérpretes de la década de los 30. Rainer fallecía de neumonía en su residencia londinense, ciudad en la que vivía desde hace años, retirada del bullicio de Los Angeles, según confirmó a los medios su única hija. «Era más grande que la vida y podía encantar a los pájaros para que bajaran de los árboles», dijo. «Si la veías, nunca la olvidabas».

Pero Luise Rainer no ha sido la única que vio como su carrera de venía abajo después de hacerse con el famoso galardón. "Yo era una máquina prácticamente, una herramienta en una gran fábrica, y no podía hacer nada. Por eso me fui, me fui y huí" decía la actriz en una de sus últimas entrevistas. Siempre existen excepciones que confirman la regla, y a pesar de tratarse de uno de los reconocimientos más importantes en la carrera de un actor, el Oscar muchas veces está gafado.

Además, fue una militante antifascista, fue una dinámica defensora de la Segunda República Española, para la que recaudó fondos entre las gentes de Hollywood, habilitó un castillo en Francia para acoger a niños republicanos que huían de la guerra (a 10.000 dicen que llegó a dar cobijo) y sufragó en parte el rodaje de Tierra de España (1937), de Joris Ivens. De entre todas las figuras de Hollywood que se movilizaron contra Franco, “sin duda alguna fue Luise Rainer la que más hizo por la España leal”, según la escritora Lilian Hellman. En consecuencia, la simple mención de su nombre estuvo prohibida por el Gobierno de Franco, junto al de otras estrellas que habían tenido similar actitud.

En 1986, aniversario del principio de la guerra española, el Festival de San Sebastián le rindió un homenaje al que ella acudió. Adoraba lo español. Aún se recuerda el entusiasmo con que presentó el Oscar que ganó en 1983 José Luis Garci con Volver a empezar. Cuando visitó San Sebastián fue alojada en el palacio de Ayete, donde Franco solía pasar sus vacaciones. Cuando se enteró de ello, la Rainer protestó, sin perder el buen humor pero horrorizada ante la idea de estar durmiendo en la misma cama del dictador. No hubo quien la convenciera de que el palacio había sido renovado tras la muerte de Franco, 11 años atrás. Prefirió un hotel más modesto. Era su genio.

Fuente: ecartelera.com, ABC, EL PAÍS

sábado, 20 de diciembre de 2014

La joven Marilyn a subasta

Hubo un día en el que Marilyn Monroe no era más que una joven chica de 14 años, su nombre era Norma Jean Baker Morteson y todavía trabajaba en una fábrica. Una fotografía que la propia actriz se tomó antes de llegar al estrellato nos muestra cómo era la joven Norma Jean.

Se trata de un selfie que la joven se tomó en 1940 en un fotomatón. Esta instantánea había estado perdida en el tiempo durante años, sin embargo y tal y como explica en su versión digital el Clarín acaba de salir a la luz después de que uno de los parientes de la estadounidense la recibiera como regalo.

Un «selfie» revela cómo era Marilyn Monroe antes de hacerse famosa
Monroe con 14 años

En la instantánea, puede verse a Norma con pelo moreno y ataviada con una chaqueta estampada, un gran sombrero y una camisa de cuadros. Todo ello, típico de la época. A día de hoy, se cree que la imagen puede tener un gran valor económico. De hecho, el viernes será subastada a través de las Swann Galleries de Nueva York y se cree que podría alcanzar un precio de hasta 12.000 dólares (unos 9.600 euros).

Esta curiosa imagen será subastada apenas unas semanas después de que una galería vendiera también varias imágenes que el famoso Bern Stern tomó de la actriz en una sesión de tres días. Concretamente, las fotografías (más de 2.571) fueron realizadas en la suite 261 del Hotel Bel-Air de Los Ángeles y Marilyn se mostró ante la cámara desnuda.

Fuente: ABC.es

viernes, 19 de diciembre de 2014

Fallece Virna Lisi

La actriz italiana Virna Lisi, una de las musas de la cinematografía italiana durante la década de 1960, falleció ayer en Roma a los 78 años de edad. Fue una de las actrices más emblemáticas de la tradición cinematográfica italiana.

La actriz italiana Virna Lisi en una imagen de 2009
Virna Lisi

Entre sus reconocimientos se cuentan 6 Lazos de Plata del Sindicato Nacional de Periodistas Cinematográficos de Italia (SNGCI), el premio a la mejor actriz en Cannes 1994 por La Reina Margot de Patrice Chéreau y 2 David de Donatello.

Virna Pieralisi, su nombre real, nació en Ancona (centro de Italia) el 8 de septiembre de 1937 aunque mas tarde se trasladó a la capital italiana junto con su familia. Entre 1954 y 1956 trabajó en varias películas de escasa calidad hasta ser requerida por Francesco Maselli quien le ofreció su primera oportunidad importante en La mujer del día.

En 1962 fue contratada por Joseph Losey para la película Eva, con a Jeanne Moreau y Staley Baker y al año siguiente rodó El tulipán negro, junto a Alain Delón, en España.

La conquista de Hollywood fue su siguiente objetivo, donde llegó a ser considerada como la nueva Marilyn Monroe por su característico pelo rubio. Allí intervino en producciones como Asalto al Queen Mary (1966) con Anthony Franciosa y Frank Sinatra o Cómo matar a la propia esposa (1964) junto a Jack Lemmon. Por aquel entonces, Lisi conformaba, junto a Sofía Loren y Claudia Cardinale, el trío más cotizado de Italia.

Su carrera profesional no se limitó al cine sino que también trabajo en el teatro o en la televisión. Alcanzó un gran reconocimiento por su trabajo en la serie televisiva La vida continúa, de Dinno Rissi, considerada la "Dallas italiana" por reflejar la evolución de una familia burguesa.

Su deceso se produce 15 meses después de que falleciera el hombre con el que estuvo casada durante 53 años, Franco Pesci, el 23 de septiembre de 2013.

Fuente: RTVE.es

sábado, 13 de diciembre de 2014

Ganadores del EGOT

El EGOT es un conjunto de cuatro premios: un Emmy, un Grammy, un Oscar y un Tony. Conseguirlo supone que se ha alcanzado la excelencia en el mundo de la televisión, la música, el cine y el teatro, algo al alcance de muy pocos y que conforma un selecto grupo de doce nombres, cuatro hombres y doce mujeres.

EGOT, el premio al talento en todas las artes

Solo cinco miembros de este club permanecen vivos. La reciente muerte de Mike Nichols, el director de El graduado, nos hace repasar todos los nombres de estos auténticos artistas del renacimiento en la actualidad. Haremos un repaso entre las estrellas clásicas:

Audrey Hepburn

La actriz británica es una de las más laureadas de la lista de poseedores del EGOT. Comenzó a labrar su larga lista de galardones en 1954 al recibir el Oscar por su papel protagonista en la película Vacaciones en Roma y, ese mismo año, el Tony por su obra teatral Ondina.



Su cosecha de premios de la Academia de Cine, sin embargo, se cortó ahí y sus papeles en películas que han pasado a la historia como Sabrina o Desayuno con diamantes. Tuvo que esperar hasta los años noventa para completar los otros dos títulos que le faltaban para el EGOT: en 1993 se llevó el Emmy gracias al programa Gardens of the World with Audrey Hepburn, una serie de ocho documentales emitidos en la PBS, y en 1994 completó el ciclo gracias al Grammy por el disco infantil Audrey Hepburn's Enchanted Tales.

Mike Nichols

Mike Nichols
Mike Nichols

El recientemente fallecido Mike Nichols es otro de los integrantes de esta selecta lista, de la que entró a formar parte en 2001 después de ganar dos Emmy por su comedia Wit (premios que repetiría poco después gracias a Angels in America). El camino lo había iniciado en 1961 con el Grammy al álbum An Evening with Mike Nichols and Elaine May, con la que colaboraba en sus inicios. Luego llegaría el Oscar de El graduado (1968) y una larga lista de premios Tony (hasta nueve) por su labor como director teatral de títulos como Spamalot.

John Gielgud 
John Gielgud
John Gielgud 


Sir Arthur John Gielgud fue un actor inglés de obras clásicas que ganó su primer Tony (de los tres que ganaría) en 1948 con su interpretación en La importancia de llamarse Ernesto. Luego recibió un Grammy por su dicción en Ages of Man y el Oscar en 1981 como mejor actor secundario en Arthur, el soltero de oro. En 1991 completó su EGOT con el Emmy por Summer's Lease.

Rita Moreno

Rita Moreno
Rita Moreno

La Anita de West Side Story supuso el primer gran papel para Rita Moreno, una puertorriqueña que se llevó el Oscar como mejor secundaria en 1961. El Grammy le llegó en 1972 con The Electric Company, el Tony en 1975 gracias a The Ritz y después ganó dos Emmy, por El show de los Muppets y por The Rockford Files.

Helen Hayes

Helen Hayes
Helen Hayes

La polizón de la película «Aeropuerto» (1970) recogió su segundo Oscar por esta interpretación, 38 años después de recibir el primero como protagonista de The Sin of Madelon Claudet. Fueron dos de los galardones de una larga carrera plagada de éxitos que incluyen el Emmy por Schlitz Playhouse of Stars (1953), el Grammy por Great American Documents (1977) y los dos premios Tony de Happy Birthday y Time Remembered.

Fuente: ABC

martes, 9 de diciembre de 2014

Kirk Douglas cumple 98 años

Kirk Douglas se acerca a los cien años, es una de las pocas estrellas del cine clásico que aún están vivas. Hace unos meses, el actor publicó un libro de memorias, aunque algunos de los datos y anécdotas que ha dejado escritos se alejan de la realidad.

Aparición pública de Kirk Douglas en 2011

En su libro Yo soy Espartaco. Rodar una película, acabar con las listas negras (Capitán Swing), el veterano actor americano rastrea sus recuerdos para esclarecer cómo tomó algunas de las decisiones más importantes de su carrera. Un relato que abarca desde sus inicios como actor hasta su éxito internacional, haciendo especial hincapié en la creación del film Espartaco, así como sus labores como productor y la estrecha relación con su mujer Anne Buydens.

Kirk Douglas fundó en 1955 una productora llamada Bryna (nombre que homenajeaba a su madre de origen ruso). Una estrategia comercial que tomó del actor Burt Lancaster y que le permitió ganar más dinero de las películas que protagonizaba. De esta experiencia salieron películas como Los Vikingos o Senderos de Gloria, en la que conoció Stanley Kubrick,  un joven director que acabaría dirigiendo la película de Espartaco tras el despido de su anterior director.

Insatisfecho con el logro de ‘descubrir’ a Kubrick, Douglas continúa con esta particular epopeya en la que consiguió cambiar Hollywood por si solo. Una larga lista de méritos que han despertado la polémica entre las estrellas del Paseo de la Fama, por lo que son dignos de ser recopilados:

1. Romper la ‘lista negra de Hollywood’

El principal mérito que se concede es el de “poner fin a aquella cruzada del terror que era la caza de brujas” emprendida por el senador de Wisconsin Joseph McCarthy en contra del comunismo. Algo que asegura lograr gracias a su empeño por contratar y hacer figurar en los títulos de crédito de Espartaco al guionista Dalton Trumbo, uno de los ‘Diez de Hollywood’ (los principales integrantes de la lista negra), quien se había visto obligado a trabajar ocultando su identidad bajo seudónimos durante verios años.

Sin embargo, esta historia parece no ser del todo cierta si se contrasta con la biografía de Dalton Trumbo escrita por Edward Lewis en 1977. En ella se explica cómo Trumbo tuvo que insistir a Douglas para poner su nombre en pantalla e incluso habla de un supuesto distanciamiento de Douglas con Trumbo después de la realización de la película por el miedo a ser relacionado con él.

La familia del guionista también se ha declarado en contra de lo expuesto en este libro. En unas declaraciones a The Atlantic de Melissa Trumbo, la hija del guionista explica como Kirk Douglas “fue muy insistente en varias ocasiones tras la muerte de su padre” para que su familia reconociera que fue él quien rompió la 'lista negra'.

Tanto la familia como el biógrafo del guionista han coincidido que Kirk Douglas no fue quién rescató a Trumbo, y que tan solo fue una estrategia para vender la película que surgió tras las declaraciones del director Otto Preminger reconociendo que estaba trabajando con Dalton Trumbo en su película Exodus. Querían adelantarse y ser los primeros que rompían con el tabú.

Pero 1960 no supuso el fin de esta 'caza de brujas', otros escritores comunistas como Herbert Biberman, John Howard Lawson, and Lester Cole tuvieron que continuar usando seudónimos para firmar sus películas incluso una década después de Espartaco.

2. “Yo soy Espartaco”

Otro hecho que considera necesario reivindicar coincide con el título del libro. Se trata de la de las escena más épica de la película, cuando el protagonista reconoce ante Craso que él es Espartaco y, de forma espontánea, todos los esclavos se unen gritando al unísono: "Yo soy Espartaco".

Kirk Douglas caracterizado como Espartaco

En el libro, Douglas es muy insistente con que esta secuencia se trata de una idea personal que Kubrick no supo apreciar en su momento. Durante todo un capítulo del libro, relata la disputa personal entre el actor y el director, y cómo este último acaba entrando en razón para reconocer que era una gran idea.

Unas declaraciones que el biógrafo de Dalton Trumbo también ha querido revocar, explicando que fue el propio guionista quién dejó por escrito esa escena a través de varias notas en el guión de la película. Según informa la publicación americana Salon, su intención era “hacer énfasis en el carácter común del conflicto de los esclavos”.

3. Aquellos encuentros que nadie recuerda

En el libro, Kirk Douglas es capaz de recordar conversaciones que tuvo hace más de 50 años como si las hubiese tenido hoy. Transcribe palabra por palabra y se acuerda hasta del más mínimo detalle de algunas de estas reuniones. Aunque, según han informado otras fuentes,  no todas esas conversaciones llegaron a tener lugar, razón por la que también ha sido criticado.  

Edward Lewis, productor de la película, es otro superviviente del film y en varias ocasiones se ha manifestado en contra de alguna declaración de Kirk Douglas. Según Lewis, el encuentro entre Douglas, Kubrick y él mismo que figura en el libro, en el que el director de la película propone que su nombre debería figurar como guionista, nunca llegó a suceder.

Lo mismo ocurre con otras reuniones que son citadas en estas memorias. Como las que tienen lugar en casa de los Trumbo o incluyen al propio guionista, que han sido desmentidas por su familia ya que no recuerdan haber invitado a cenar a Laurence Olivier  tal y como Douglas refleja en el libro.

Otra falta de rigurosidad por parte de Espartaco que hace pensar que este libro se trata de una gran fabulación, muy lejana al estatus de "memorias" con el que ha sido concebido. Pero más allá de aquellas encuentros ficcionados y a su afán a la auto-adulación, el libro presenta una imagen global del Hollywood de esos años digna de ser leída. La relación entre los actores y sus representantes, la forma en la que los estudios trataban a los trabajadores, el poder de la prensa e incluso una revisión de la 'caza de brujas' desde dentro.

Al contrario de lo que opina George Clooney en el prólogo, este hecho no debería "aparecer señalado en los libros de historia como el instante e en que se puso fin a las listas negras de Hollywood", solamente debería tratarse como una anécdota más de un hombre con muchos años.

Fuente: elconfidencial.com

lunes, 8 de diciembre de 2014

Recordando a Mike Nichols

El pasado mes de noviembre murió Mike Nichols, el director de El graduado (1967), y responsable de famosas obras y musicales de Broadway, a los 83 años.

El anuncio del fallecimiento se produjo "de forma repentina", fue anunciado en una declaración por el presidente de ABC News, James Goldston, ya que la esposa del cineasta, Diane Sawyer, es una de las presentadoras de la cadena de noticias. "Nadie era más apasionado que Mike en su oficio", dijo el presidente de ABC.

Mike Nichols
Mike Nichols
Nichols era una de las 12 únicas personas en el mundo que habían ganado todos los máximos premios de la industria del entretenimiento de Estados Unidos: el Oscar, el Tony, el Emmy (estos dos en numerosas ocasiones) y el Grammy, circunstancia que reconoció Goldston: "Fue un auténtico visionario, ganando los máximos honores en las artes por su trabajo como director, guionista, director y cómico y uno de los pocos en lograr el EGOT -Emmy, Grammy, Oscar y Tony- a lo largo de su carrera".

Nichols también dirigió títulos como ¿Quién teme a Virgina Wolf? (1966), Armas de mujer (1988), A propósito de Henry (1991), Primary Colors (1998) y Closer (2004) Su último trabajo tras las cámaras fue La guerra de Charlie Wilson, en 2007.

Nichols nació el 6 de noviembre de 1931 en Berlín bajo el nombre de Michael Igor Peskowsky, pero con solo 7 años se trasladó a Estados Unidos junto a su familia escapando de la Alemania nazi de Hitler.

Mientras estudiaba en la Universidad de Chicago empezó a asistir a clases de teatro y quedó totalmente enganchado al mundo artístico. Así, en la década de los 50 fundaría junto a los actores Elaine May, Alan Barkin y Barbara Harris la compañía The Compass, luego denominada Second City, y en los 60 sus duetos cómicos junto a May triunfarían en los cabarets de Nueva York. Esta pareja artística ganaría un Grammy al mejor álbum de comedia en 1961 con An Evening with Mike Nichols and Elaine May.

En esa década, Nichols dirigió también numerosos espectáculos en Broadway que le reportaron tres premios Tony a la mejor dirección: Desclazos por el parque (1964), La extraña pareja (1965) y Plaza Suite (1968). Posteriormente ganaría otros seis premios teatrales más por musicales como Annie (1977) o Spamalot (2005).

FALLECE MIKE NICHOLS
Nichols y su mujer
En el año 1966, invitado por Warner Bros a probar suerte como cineasta, dirigió su primera película, ¿Quién teme a Virgina Wolf? (1966), protagonizada por Elizabeth Taylor y Richard Burton y ganadora de cinco Oscar. Esta cinta le valdría la primera de sus cuatro nominaciones a los premios de la Academia como mejor director.

El año siguiente dirigiría El graduado, protagonizada por Dustin Hoffman y Anne Bancroft, nominada a siete Oscar de los que ganaría el de mejor director, y que también le reportó el Globo de Oro y el BAFTA.

En paralelo, Nichols siguió trabajando en Broadway con mucho reconocimiento. El último galardón que recibió fue el Tony a mejor director por La muerte de un viajante, en 2012. Para televisión dirigió varias miniseries que también fueron reconocidas en los Emmy, como Wit (Amar la vida, 2000) y Angels in America (2003). En 2010 recibiría el premio honorífico AFI a toda una vida.

Nichols era padre de tres hijos de anteriores matrimonios (Daisy, Max y Jenny), y abuelo de cuatro nietos. Diane Swayer era su cuarta esposa, con la que contrajo matrimonio en 1988.

Fuente: RTVE.es

domingo, 7 de diciembre de 2014

John Wayne y El Retiro

El parque de El Retiro prácticamente ocupa la misma superficie que el Hyde Park de Londres y casi una tercera parte del Central Park de Nueva York. Fue creado entre los años 1630 y 1640 por el rey Felipe IV. El estanque grande de El Retiro es un lago artificial que tiene una profundidad máxima de 1,80 metros, fue construido con la intención de recrear batallas navales y cuenta con anécdota cinematográfica:


La bronca por el ángel caído, John Wayne y otras cosas que no sabías de El Retiro


Fue en la Navidad de 1963 cuando el famoso actor aterrizó en Madrid para rodar parte de las escenas de El Fabuloso Mundo del Circo, junto a Rita Hayworth y Claudia Cardinale . La productora decidió montar la carpa del circo en mitad del estanque, por lo que el Ayuntamiento se vio obligado a vaciar el lago durante el periodo en el que se desarrolló el rodaje. 

Fuente: ABC  

martes, 25 de noviembre de 2014

Subastas: el piano de Casablanca...

Puede que sea el piano más conocido de la historia del cine. El famoso instrumento de Sam ha sido subastado por 3,41 millones de dólares (unos 2,7 millones de euros) en Nueva York, en un tiempo de poco más de tres minutos, frente a una sala repleta de curiosos y posibles compradores.

Así era en realidad el piano en blanco y negro de Casablanca.

El piano, que es en realidad de color anaranjado y tiene motivos marroquís, era la estrella de una subasta en la que también se "rifaban" cientos de recuerdos de la época dorada de Hollywood, de los que una treintena pertenecían a la película Casablanca. Estaba, también, el disfraz de león de El Mago de Oz, que se ha vendido por 3,07 millones de dólares.

Vestidos de Grace Kelly, Marilyn Monroe, Judy Garland o Rita Hayworth, una chaqueta que llevó Clark Cable en Lo que el viento se llevó, y decenas de fotografías originales, también compartían "escenario" con el piano de Casablanca.


El piano era omnipresente en la cinta protagonizada por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en 1942. En sus teclas tocaba Sam (interpretado por Dooley Wilson) la melodía ya clásica de "As time goes by". "Tócala otra vez, Sam". ¿Quién no recuerda aquella frase?". En su interior se habían guardado los visados para que Víctor Laszlo y su mujer Ilsa Lund huyeran.

Fabricado en 1927, este piano sólo tiene 58 teclas, 30 menos que un piano moderno. Había pertenecido a un dentista de Los Ángeles desde los años 80. Casablanca es, según el Instituto Americano del Cine, una de las tres grandes películas de todos los tiempos, junto a Ciudadano Kane y El Padrino.

Fuente: El Mundo

lunes, 10 de noviembre de 2014

Audrey Hepburn. Photographs 1953-1966

"Para ser sincero, la primera vez que vi a Audrey no sabía muy bien qué hacer con ella. Huelga decir que no era la típica estrella en ciernes, que era lo que me habían enviado a fotografiar. La observé al otro lado de la sala mientras la fotografiaba Bud Fraker, y supe que tenía algo..., pero no atiné a determinar qué era hasta que por fin me la presentaron. Entonces aquella sonrisa radiante suya se me clavó directamente en el entrecejo y me calentó por dentro como un chupito de whisky". Esa fue la impresión que le causó al fotógrafo de las estrellas de Hollywood Bob Willoughby una por entonces prácticamente desconocida Audrey Hepburn en 1953.

Sean, el hijo de Audrey y Mel Ferrer, juega con su madre y James Garner.
Copyright: 2010 Bob Willoughby

Hepburn acababa de terminar el rodaje de Vacaciones en Roma y estaba convocada a una sesión fotográfica en los estudios de Paramount para promocionar la película. Ese papel de aristócrata de incógnito, que le venía como anillo al dedo a la actriz británica nacida en Bruselas e hija de baronesa, le valió su primer y único Oscar en 1954 y la convertiría en una figura imprescindible de la historia del cine. Esa primera sesión también sirvió para que fotógrafo y actriz iniciaran una gran amistad que abrió las puertas de la intimidad del hogar de Audrey al objetivo de la cámara de Bob, imágenes que recoge el libro Bob Willoughby. Audrey Hepburn. Photographs 1953-1966 (Taschen, 29,99€).

Coincidiendo con la exposición en el Museo Thyssen dedicada al diseñador Hubert de Givenchy, que convirtió a la actriz en su principal musa, la editorial ha publicado hace unas semanas una nueva edición a tamaño más reducido de este espléndido book fotográfico de Hepburn. A lo largo de sus 280 páginas, reúne muchas de las imágenes más reconocibles de Audrey vistiendo los glamurosos diseños del modisto francés -como el vestido rosa con guantes blancos hasta el codo de Encuentro en París (1964)-, en los platós y otras de la vida privada de la actriz, jugando con su perrito Famous en el jardín o en el sofá de su casa en Beverly Hills o dando de comer pastel por primera vez a su hijo Sean en su primer cumpleaños.

"Era una mujer muy seductora, una delicia de persona, inspiradora y de gran belleza. Y las hadas nunca acaban de desaparecer del todo", decía de ella Givenchy, quien la vistió para el cine también en Charada (1963), Desayuno con diamantes (1961), Ariane (1957) o Sabrina (1954). Aún hoy, 21 años después de su muerte, el diseñador sigue emocionándose al recordarla: "Ella era única. Tanto por su físico como por su personalidad y su vida modélica, sobre todo al final de su vida colaborando con Unicef. Era admirable", decía el diseñador.

Copyright: 2010 Bob Willoughby
Además de los bellos diseños de Givenchy para Encuentro en París, Willoughby, por cuyo objetivo pasaron también Marylin Monroe, Elizabeth Taylor y Jane Fonda, retrató a la actriz en distintos momentos del rodaje y en la intimidad de la mansión que alquiló con su marido Mel Ferrer durante el tiempo que pasaron en París.
Bajo las órdenes de su esposo rodó Mansiones verdes (1959), donde interpretaba a una chica salvaje que vivía en la jungla venezolana. Antes del rodaje, Mel Ferrer quiso que su mujer conviviese con un cervatillo que salía en la película, Ip: las imágenes captadas por Willoughby de Audrey jugando con el cervatillo y su yorkshire Famous nos muestran su cara más dulce.

Pero quizás la más cercana sea la Audrey madre que disfruta de la experiencia de dar de comer por primera vez pastel a su primogénito, Sean, en el día de su primer cumpleaños, celebrado junto a los Willoughby, cuyo hijo Christopher también cumplía años. Los dos bebés gateando bajo la atenta mirada de Audrey o dando sus primeros pasos ayudados por sus madres son momentos de la intimidad de la actriz de los que la cámara del fotógrafo de cine fue testigo. Y es que Bob Willoughby supo captar todo lo que para él fue su amiga, a la que también definió recurriendo al símil mitológico-fantástico: "(...) esta duendecilla llena de magia, una criatura del bosque capaz de transformarse en una princesa ante tus propios ojos, un ser humano extraordinario a quien respeté y amé".

Y es que la actriz británica jamás perdía su glamour, ni caracterizada como la florista callejera Eliza Doolittle de My fair lady (1964), cuyo rodaje bajo las órdenes de George Cukor fotografió profusamente Willoughby: "Me tenía prohibido visitarla en el plató cuando la ensuciaban para caracterizarla como el personaje de la florista. Inlcuso cuando iba más zarrapastrosa se rociaba con unas gotas de Joy, un perfume de 100 dólares por 30 ml. 'Puede que tenga un aspecto sucio -decía-, pero oleré a limpio'", contaba Mel Ferrer sobre el rodaje de la película ganadora de ocho Oscar.

La última parte del libro de Taschen se centra en el rodaje de Dos en la carretera (1967), en la que vemos a una Audrey Hepburn muy relajada junto a Albert Finney. A juicio de Audrey Wilder, actriz y mujer de Billy Wilder, en esa película su tocaya logró "bajar la guardia" y, aunque lo habitual es que las actrices se protejan, "se muestra tal y como es".

Audrey Hepburn (EFE)
"De niña me enseñaron que era de mala educación llamar la atención y que jamás de los jamases debía dar un espectáculo... Y resulta que me he ganado la vida haciendo exactamente esas dos cosas", decía esta actriz

Tras esa cinta, rodaría Sola en la oscuridad, también en 1967, y después decidió dedicar más tiempo a su familia y solo actuar ocasionalmente. Rodaría cuatro películas más -además un telefilme- entre 1976 (Robin y Marian) y 1989, bajo las órdenes de Spielberg en Para siempre, en la que dio vida a un ángel, para después dedicarse en cuerpo y alma a serlo en la realidad como embajadora Unicef para ayudar a los niños más necesitados de los países más pobres.
Tres meses después de su último viaje a Somalia, el 20 de enero de 1993 moriría una de las actrices más mágicas e irrepetibles de la historia del cine, quien afortunadamente decidió desobedecer a su madre aristócrata: "De niña me enseñaron que era de mala educación llamar la atención y que jamás de los jamases debía dar un espectáculo... Y resulta que me he ganado la vida haciendo exactamente esas dos cosas".

Fuente: RTVE.es

domingo, 2 de noviembre de 2014

5 años sin José Luis López Vazquez

Doscientas películas convierten a López Vázquez en uno de los actores más prolíficos del siglo XX; trabajó a las órdenes de directores como Luis García Berlanga, Jaime de Armiñán, Pedro Olea, Carlos Saura, Marco Ferreri, Manuel Gutiérrez Aragón, Mario Camus e incluso George Cukor, para quien hizo Viajes con mi tía (1972)

lunes, 20 de octubre de 2014

Exposición: Audrey Hepburn en el Thyssen

"Para mí la moda es el pasado". Así de contundente se muestra Hubert de Givenchy que con mucha amabilidad nos concede unos minutos tras la rueda de prensa que ofrece en el Thyssen. Un breve encuentro porque está muy cansado tras varios meses de preparativos y entrevistas.

Se muestra feliz con la exposición que presenta el museo. Ha tenido carta blanca y la oportunidad de poder expresarse. Habla de ella, de la muestra, con humildad y respeto. Humilde es la forma de presentarla ya que el modisto no ha querido hacer una retrospectiva de su obra, ni repasar sus éxitos.

"La mayoría de los modelos son piezas el archivo de Givenchy y de clientas de Nueva York, Texas o París que han tenido la amabilidad de prestarlos", nos cuenta el maestro.

Pero la emoción salta a sus palabras cuando habla de Audrey Hepburn. "Ella era única. Tanto por su físico como por su personalidad y su vida modélica, sobre todo al final de su vida colaborando con Unicef. Era admirable", dice monsieur Givenchy.

El recorrido comienza por las primeras creaciones del maestro, como la camisa Bettina. Después se exponen los vestidos que llevaron esas mujeres importantes de la vida social y la política. Y es que Givenchy vistió los años 60, 70 y 80, pero además contribuyó a generarlos.

Audrey Hepburn es la mujer que simboliza su estilo. El modisto la adoraba, la quería, la tenía como musa y solo la muerte de la actriz les separó. Para ella hizo todo tipo de ropa, tanto para momentos muy especiales de su vida personal como para sus películas.

El vestuario de Desayuno con diamantes (1961) es uno de los más reinterpretados de la historia de la moda y un referente de elegancia clásica e intemporal. Pero hubo otras damas que desfilaron por todo el planeta vestidas por el maestro, como la duquesa de Windsor, Grace de Mónaco y Jackie Kennedy. Cuatro estilos con un mismo acento.



La exposición permanecerá en el museo Thyssen hasta el 18 de enero de 2015. 


Fuente: RTVE.es

domingo, 19 de octubre de 2014

Mujeres con historia: Bette Davis

Esta semana, en la Rosa de los Vientos, en la sección Mujeres con historia, hablaron de la figura de Bette Davis veinticinco años después de su fallecimiento, una mujer que se ganó a pulso el cartel de chica sin corazón. Se le daban tan bien los papeles de mala que la gente empezó a preguntarse si era así realmente.




Para escuchar el audio pincha aquí

viernes, 17 de octubre de 2014

El atormentado Monty Clift

Atormentado, emulando de cierta manera el personaje que interpretó en 1951 a las órdenes de George Stevens. Así fue Montgomery Clift durante gran parte de su existencia, una estrella atípica, difícil de descifrar. Tan solo y acabado que apareció muerto en 1966 en su cama, desnudo y boca abajo, con las gafas de sol puestas y sacudido tras un ataque al corazón, aunque en su muerte hubiera de fondo una larga adicción a los medicamentos de prescripción. Tenía 45 años.

Es un relato complejo y complicado que ha recogido Anne Helen Petersen en un nuevo libro sobre el hombre del que se dijo que estuvo terriblemente enamorado de Elizabeth Taylor y que al mismo tiempo fue considerado un icono gay en muchos ámbitos.

La autora lo atribuye al hecho de su aburrida vida social, de la falta de titulares que generó en ese aspecto. "Era un hombre extraño", expresa, un hombre que insistió en mantener su residencia en Nueva York y pasar el menor tiempo posible en Hollywood, un tipo que sobrevivía con solo dos comidas al día, casi siempre a base de huevos, un filete y zumo de naranja, esquivando las discotecas para dedicarse a las lectura de autores como Chejov o Aristóteles, su guía en la vida.

En parte por eso dice que "su vida privada era aburrida. No salía con chicas, no flirteaba con nadie y no se dejaba ver en público acompañado. Su imagen, era, más que nada, confusa". Todo ello contribuyó a la especulación sobre su orientación sexual, sobre su presunta homosexualidad, aunque su constante reserva no permitió nunca comprobarlo de forma fehaciente.

De un futuro matrimonio, decía que solo acometería semejante empresa si llegaba la chica adecuada, y que mientras tanto prefería explorar el terreno. Después, cuando un periodista le preguntó si tenía algún hobby dijo que sí, que las mujeres, aunque más bien parecía una maniobra de distracción que un interés real.

Otros decían que era bisexual y otros apostaban incluso por su falta de interés absoluto por el sexo. Todo ello quedó en un segundo plano tras su terrible accidente de tráfico. Sucedió en la noche del 12 de mayo de 1956 durante el rodaje de El árbol de la vida, volviendo de cenar con su gran amiga Elizabeth Taylor y su marido de aquel entonces, Michael Wilding.

Su recuperación nunca fue total, añadiendo unos diez años a su apariencia física. No quedó desfigurado, pero su tirón en la meca del cine ya no volvió a ser el mismo. Fue entonces cuando se agarró al alcohol y a los medicamentos para poder soportar la soledad y sus ansiedades. En 1961, durante el rodaje de Vidas rebeldes, Marilyn Monroe dijo de él que era la única persona que conocía que estaba en peor estado físico que ella, siendo como fue para la rubia platino, su última película.

Sus últimos años fueron tristes, decadentes. "Se estaba saliendo de su carrera a punta de alcohol", escribió un biógrafo de Clift años después. Cansado de ser una estrella, renegando de todo su entorno. Un ser atormentado.


Fuente: El Mundo

miércoles, 8 de octubre de 2014

Robert Mitchum y las drogas

Robert Mitchum no era ningún angelito, ni dentro ni fuera de la pantalla, pero pocos saben que llegó a pasar por la cárcel. En 1948 fue arrestado por posesión de marihuana e incluso existe constancia gráfica de su paso por prisión. Los Angeles Times ha recuperado ahora algunas de estas fotografías, realizadas hace 66 años.
En su día, la detención del protagonista de La noche del cazador recibió una intensa cobertura de los medios de comunicación de Hollywood. El 1 de septiembre de 1948, un artículo publicado en el citado diario angelino contaba que el actor fue detenido durante una redada policial cuando estaba con la estrella del momento Lila Leeds (La dama del lago), en su domicilio de Hollywood Hills. Otras dos personas fueron detenidas en la operación. Mitchum declaró que estaba buscando casa en la zona con un amigo cuando decidió hace una parada para visitar a Leeds y a su compañera de piso, la bailarina Vicky Evans.

La Policía describió la vivienda como un pequeño paraíso para los porros, pegada a una colina, sin vecinos cerca y a salvo de miradas indiscretas gracias a la vegetación. El propio Mitchum relató que las chicas los dejaron entrar y, cinco minutos después, las agentes de narcóticos ya estaban llamando a la puerta. El actor se mostró arrepentido, según contó el diario en su día, pero a ratos le daban «arranques filosóficos, como podría esperarse de alguien que un día llegó a California en autobús con su mujer y solo 26 dólares en el bolsillo». Su amigo Evans, por cierto, fue absuelto por un jurado.

Robert Mitchum tenía 31 años y entonces pensó que aquel escándalo sería el amargo epílogo a su carrera. Ya había rodado películas tan notables como Encrucijada de ocios y Retorno al pasado, obra maestra de Jacques Tourneur. Entonces no sabía que después de cumplir sesenta días de servicios, seguiría trabajando en el cine durante décadas, hasta su muerte en 1997. La actriz Lila Leeds, por el contrario, vio de verdad cómo se arruinaba su carrera, aunque aún rodó unas pocas películas más. La última data de 1949. Falleció en 1999.


Fuente: ABC.es

lunes, 6 de octubre de 2014

25 años sin Bette Davis

Parece que fue ayer, pero han pasado 25 años. Gravemente enferma, Bette Davis representó a la perfección su último papel en el Festival de San Sebastián. Unos ojos únicos, los ojos de Bette Davis, como decía la canción, hicieron de su belleza algo diferente, válida para casi todo tipo de papeles. 

Desde sus magistrales trabajos para William Wyler hasta la Margo Chaning de Eva al desnudo, o ¿Que fue de Baby Jane?. Bette Davis estuvo en San Sebastian y se fué, definitivamente, unos pocos días despues, en París el 6 de octubre.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Exposición: Hollywood Costume

Ni se hicieron con los mejores materiales ni estaban pensados para resistir el paso del tiempo. Muchos de los trajes icónicos de la historia de Hollywood han estado guardados de cualquier manera o incluso en alguna ocasión han sido rescatados de la basura. Sin embargo, pocos trapitos son tan recordados como el vaporoso vestido blanco que lució Marilyn Monroe en La tentación vive arriba, las zapatillas rojas de El mago de Oz o el sombrero de Indiana Jones. Estas son algunas de las piezas que forman parte de Hollywood Costume, la vasta exposición que este jueves abre sus puertas en la que será la próxima sede del museo de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood. La exposición retoma y expande el material recopilado para el museo Victoria & Albert de Londres con una muestra que quiere explorar la importancia del vestuario cuando hablamos de cine.



En total 150 los atuendos expuestos, conviviendo los clásicos con los modernos, los trajes de época con los más contemporáneos o incluso aquellos que no pertenecen a este mundo. Según explican los organizadores de la Academia, su deseo no es alimentar la nostalgia mostrando el cine que fue sino el que será. De ahí que conviva la boina de Faye Dunaway en Bonnie & Clyde con la gabardina amarilla de Warren Beatty en Dick Tracy. O el atuendo espacial de Hans Solo de La guerra de las galaxias con el del último James Bond que vistió Daniel Craig. Mientras que un maniquí con el esmoquin de Marlene Dietrich en Marruecos le enciende el cigarrillo a otro emulando a Sharon Stone en su provocativo conjunto color hueso del inolvidable cruce de piernas en Instinto básico. Como recuerdan sus organizadores, el deseo es mostrar la historia del cine mediante sus vestidos pero de una forma entretenida, alejada de esos otros intentos que en el mejor de los casos se parecen a un museo de cera y en el peor, a ropas de muerto colgadas de una percha.


De ahí que la muestra esté elaborada como una película. Un filme que abre los armarios de Hollywood en tres actos y donde los trajes están identificados por su aparición en el guion y no por un aburrido cartelito que nadie lee. También cuenta con actores cuya presencia virtual explica algunos de los atuendos expuestos. Ese es el caso de Meryl Streep, su imagen pacientemente sentada explica al curioso los diferentes detalles de los muchos trajes que han hecho de ella la actriz más veces candidata a ganar el Oscar. Lo mismo ocurre con Martin Scorsese, director y estudioso del cine capaz de hablar de sus películas y de las ajenas, como por ejemplo, sobre el conjunto que vistió Tippi Hedren durante el rodaje de Los pájaros.


Dado que esto es Hollywood no pueden faltar los trajes de época como los de Shakespeare enamorado o incluso esos más cercanos, pero igual de opulentos, como los utilizados por Baz Luhrmann y diseñados por su esposa, Catherine Martin, en filmes como Mouline Rouge o El gran Gatsby. Pero la exposición también mezcla el icónico mono amarillo de Kill Bill con el igualmente recordado tres piezas de macarra de discoteca que vistió John Travolta en Fiebre del sábado noche o el traje casi funerario por el que serán recordados por siempre Los Blue Brothers. También se han sumado a la fiesta los actuales superhéroes, sus trajes, sus capas y sus escudos incluido ese Superman que con la cara de Christopher Reeve y los calzones rojos por fuera sobrevuela la mucho más sobria, reciente y musculosa malla que vistió Henry Cavill en la última encarnación del héroe de héroes.

Del valor de los protagonistas de esta exposición, que permanecerá abierta hasta el 2 de marzo, nadie habla. En su mayoría son propiedad de coleccionistas privados, y en algunos casos forman parte del fondo de la Academia. Ese es el caso de las zapatillas rojas que vistió Judy Garland en El mago de Oz por las que se estima la Academia pagó de los 1,5 a 2,3 millones de euros con tal de preservar este fragmento de magia e historia.

Fuente: El País

Mujeres con historia: Katharine Hepburn, la fiera indomable de Hollywood

Silvia Casasola repasa cómo fue la vida de esta conocida actriz de Hollywood en su sección Mujeres con historia, en La rosa de los vientos.




Fuente: Onda Cero

domingo, 28 de septiembre de 2014

Stromboli en el cine

Strómboli, el volcán bajo el que hace más de seis décadas dos de las estrellas más rutilantes de Hollywood quedaron abrasadas por la gran pasión: Ingrid Bergman y Roberto Rossellini. De aquello no sólo nació una película sino también un destino mítico para cinéfilos y aventureros.

Todo empezó con una carta. Tal vez la más famosa de la historia de Hollywood. «Estimado Señor Rossellini: he visto sus dos películas Roma, città aperta y Paisà y me han gustado muchísimo. Si necesita una actriz sueca que habla perfectamente inglés, que no ha olvidado su alemán, que apenas entiende francés y que en italiano sólo sabe decir «ti amo», estoy dispuesta a acudir a rodar una película con usted». La escribió Ingrid Bergman en 1948, ya por aquel entonces una actriz consagrada. Afincada en EEUU, había ganado un Óscar, y había sido nominada tres veces. Seis años antes el mundo la conoció protagonizando en las pantallas un amor imposible junto a Humphrey Bogart en Casablanca, de Michael Curtiz.

Roberto Rossellini era uno de los directores italianos más reconocidos. Concluida su trilogía neorrealista, con la citada Roma, città aperta, levantó la piedra angular de este movimiento. La protagonizó la temperamental actriz Anna Magnani, a la sazón compañera sentimental del realizador, circunstancia que no impidió que la misiva tuviera un efecto inmediato.

El italiano voló a Londres para entrevistarse con la sueca, que rodaba una película. El flechazo fue tan instantáneo como arrollador. Allí mismo le propuso protagonizar su nuevo proyecto, Strómboli, aunque obvió decirle que había escrito el papel para la Magnani. Incontrolado el asunto, días después Bergman invitó a Rossellini a una fiesta en su casa de California. Le presentó al todo Hollywood y se asegura que aquel mismo día, Robertino, el primer hijo de la pareja, fue concebido en la cocina de la actriz.

El escándalo se desencadenó con idéntica virulencia. La puritana sociedad americana no pudo soportar el romance de una actriz casada -con el odontólogo sueco Peter Lindström- y madre de una hija, con un italiano asimismo comprometido. Boicoteada, fue considerada símbolo máximo de la depravación de Hollywood y declarada persona non grata. Perdió la tutela de su hija y la presión la obligó a abandonar el país para instalarse en Italia. «Me llegaban cartas llenas de odio... me llamaban puta y fulana... otros decían que era un agente del diablo», recordaría años más tarde en su autobiografía.

Las cosas no fueron mejor en Italia. A la inmediata separación de Rossellini y Magnani, siguió el rodaje de ésta con Rossano Brazzi, en Vulcano, isla vecina de Strómboli, de otra película de idéntica temática y en las mismas fechas que lo hacía su expareja. Al año siguiente, en un momento determinado de la premier de Vulcano, en Roma el 2 de febrero de 1950, la sala se vació de periodistas. Al preguntar la Magnani la razón de la desbandada, le contestaron: «Bergman acaba de salir del hospital con el hijo que ha tenido con Rossellini».

Mucho han cambiado las cosas en Strómboli desde aquella lejana primavera de 1949. O poco, si se mira bien. En San Vincenzo, la capital, sigue sin haber alumbrado público. Dicen que para ver mejor las explosiones nocturnas del volcán, pero la realidad es que la electricidad es aquí un recurso muy valioso. A Ginostra, el puertito del otro lado de la isla -tres casas, 20 almas y apenas siete burros de la casi extinta raza eolia-, la luz no llegó hasta 2004. El agua es desembarcada desde un barco cisterna y su inconfundible mugido, que llega desde el fondo de la playa de Ficogrande, se ha hecho tan cotidiano en Strómboli como las explosiones del volcán.

Aquí, a esta isla, llegaron Ingrid y Roberto en abril de 1949. Semanas antes, un par de miembros de la productora RKO desembarcaron para preparar la logística de la película. Se encontraron con la pobreza extrema. A la isla llegaba un único barco a la semana desde Nápoles. No había hotel, ninguna casa reunía condiciones y sólo una mujer alquilaba habitaciones. Gracias al maestro consiguieron que la hermana de este les alquilase una casa de cuatro habitaciones. La pintaron y adecentaron. En el jardín construyeron el baño, algo que sorprendió a los isleños, ninguno de los cuales jamás había visto antes un retrete ni mucho menos un bidet.

Junto con la pareja, en la casa se acomodaron la secretaria y la hermana de Rossellini. No fue una estancia sencilla. Al cansancio de un rodaje prolongado durante cuatro meses, hubo que unir el recelo de la población; sólo el párroco entendió que la película podía traer prosperidad a la isla. Luego estaban las condiciones elementales del lugar. La ducha, por ejemplo, era un agujero en el techo por donde se echaba agua de mar. Una gran explosión obligó a evacuar la isla, algo que aprovechó Rosellini para incluirlo en el film. Estrés continuo y agotador que llevó a Bergman a escribir: «Malditas sean estas películas realistas». Strómboli, el bulldog francés que le regaló su amante para serenarla, apenas le calmó su constante malhumor.

Marcella y Cristina Russo, nietas de Domenico Russo, el propietario que alquiló el inmueble a Rossellini, decidieron crear hace pocos años la Asociación Cultural Ingrid. Con sede en la Casa Rossa, organizan exposiciones y otros actos en torno a la película de culto. El interior está más o menos igual que cuando en ella se alojaron los amantes. Se conserva el tocador de la actriz, un armario con ropa de la época y una cama de matrimonio que, aseguran, es la que ellos utilizaron.

La principal actividad en la isla consiste en la escalada. Cuando se alcanza la cumbre es noche cerrada. Media hora se permanece en lo alto. Tiempo suficiente para ver ladera abajo las heridas del gigante vomitar sus entrañas incandescentes. Doscientos metros bajo la cima se abren los tres cráteres. Entre ellos serpentea la Sciara di Fuogo, el río de Fuego, enorme herida por la que descienden hasta el mar los bloques y el caudal de magma hirvientes. «Un semicírculo de lava roja lo envolvía, parecido a un labio ensangrentado, el cono humeante, mientras una enorme cascada de piedras abre una oscura rodadura hacia abajo», escribió Bergman en su diario.

El regreso se realiza por las empinadas coladas de cenizas acumuladas en el lado sur del cono volcánico. Es un descenso alucinante en mitad de la negrura, donde el polvo que se levanta impide ver otra cosa que el débil resplandor de la linterna de quien te precede. La tenue luz, un par de metros por debajo, guía los pasos en la ladera casi vertical por la que más que bajar, se cae en medio de una nube de polvo volcánico en el que te hundes hasta los muslos.

Tras la estancia en Strómboli, Bergman y Rossellini permanecieron juntos en Italia. Las continuas críticas fueron deteriorando su relación. El director fue acusado de banalizar su cine social al elegir una actriz tan glamurosa. Sus películas fueron un fracaso de público y crítica. El contrato de la sueca con Jean Renoir para filmar Elena y los hombres en 1957 fue el desencadenante del divorcio. Atrás quedaron ocho años, cuatro películas y tres hijos, uno de los cuales, Isabella, gemela de Isotta y ambas hermanas de Robertino, continuó la senda cinematográfica de sus progenitores. Aunque sobre todo quedó una obra maestra que plasma la esencia del ser humano y su lucha contra la fuerza telúrica de la naturaleza, contra Dios y contra sí mismo.

Fuente: El Mundo

martes, 23 de septiembre de 2014

La importancia de los directores de reparto

La noche temática repasó el sábado la vida y trayectoria de Marlon Brando, uno de los grandes mitos del cine. Además, el programa de La 2 se adentró en la industria de Hollywood para descubrir una figura esencial e invisible a los ojos de la gente: el director de reparto. Profesionales desconocidos que dieron su primera oportunidad a actores como James Dean, Dustin Hoffman o Robert Duvall.

Esta producción muestra una profesión poco conocida: los directores de reparto. Encargados de seleccionar los rostros que darán vida a los personajes, son la pieza esencial para que una película tenga éxito. Marion Dougherty es considerada la primera directora de reparto de la historia moderna del cine. Gracias a su instinto saltaron a la fama grandes actores en la segunda mitad del siglo XX. Marion Dougherty buscaba grandes actores de teatro para dar vida a los personajes, todo lo contrario que en el sistema de la fábrica de estrellas que existía en Hollywood en la época. Al viejo Hollywood solo le interesaban los estereotipos. Siempre estaban buscando uno, porque un estereotipo significaba dinero, y, después, podían usarlo película tras película.

Tom Donahue, el director del documental, combina relatos personales de un sinnúmero de actores y directores, incluyendo a Martin Scorsese, Woody Allen, Clint Eastwood, Glenn Close, Robert Duvall, Al Pacino, Robert De Niro y John Travolta con extenso material de archivo para reconstruir la historia nunca contada de los directores de reparto buscando así otorgarles el reconocimiento que nunca han tenido.

Marion Dourgherty murió en 2011 a los 88 años, con más de 74 títulos en su haber. Este año 2014 ha recibido, a título póstumo, el Governor’s Award, un galardón honorífico de los Gobernadores de la Academia de Televisión en los Emmy.



Verlo online: http://www.rtve.es/television/20140914/noche-tematica-segundo-plano-primer-plano/1004263.shtml