octubre 2015

sábado, 24 de octubre de 2015

Fallece Maureen O´Hara

Maureen O´Hara
Fue la fierecilla indomable, la más femenina en un mundo eminentemente masculino —el de John Ford y John Wayne— y, a su vez, la más masculina entre las estrellas femeninas de Hollywood. Tenía un talento innato para los deportes, una sapiencia interpretativa, ojos verdes, una melena pelirroja casi flamígera y una belleza deslumbrante: un cóctel 100% irlandés.

Maureen O'Hara, conocida por sus papeles en El hombre tranquilo y ¡Qué verde era mi valle! y su inconfundible melena pelirroja, ha muerto por causas naturales a sus 95 años. El comunicado que ha publicado The Irish Times, dice: «Con nuestro corazón lleno de dolor os compartimos la noticia de que Maureen O'Hara ha fallecido este sábado mientras dormía por causas naturales». La actriz había recibido el Oscar honorífico este año. Ha fallecido rodeada por su familia en Boise (Idaho). “Maureen era nuestra querida madre, abuela, bisabuela y amiga. Ha fallecido en paz, rodeada de su familia, que ha recordado su vida escuchando la música de su película favorita, El hombre tranquilo, según su mánager y coautor de sus memorias, Johnny Nicoletti. Como actriz, Maureen O'Hara interpretó fortaleza y sensibilidad en todos los personajes que interpretó. Sus personajes eran enérgicos y valientes, como lo fue ella en la vida real. También era orgullosamente irlandesa y pasó su vida entera compartiendo su herencia y la maravillosa cultura de la isla Esmeralda con el mundo", dice una biografía familiar.

Maureen O'Hara nació como Maureen FitzSimmons en Ranelagh, un suburbio de Dublín, el 17 de agosto de 1920, segunda hija del dueño de un negocio textil y de un equipo de fútbol y de una cantante. A los 14 años ya estudió en el dublinés Abbey Theater y con 18 ya había aparecido en dos musicales británicos. Su primera prueba de cámara para Hollywod resultó un desastre, sepultada en una capa de maquillaje y mal vestida. Famosa por su llameante cabello pelirrojo, fue Charles Laughton junto con Eric Pommer quienes lograron convencer a O'Hara para iniciarse como actriz con un contrato de siete años con Mayflower Pictures. Tras estar en dos producciones bajo el nombre de Maureen FitzSimons, su primera película fue La posada de Jamaica dirigida por el celebrado Alfred Hitchcock.

Algunos de sus mejores trabajos los filmó en blanco y negro; curiosamente, cuando llegó el Technicolor al cine en los cincuenta, a O'Hara la bautizaron la reina del Technicolor, porque el contraste entre su pelo y su mirada hipnotizó hasta a los creadores de ese proceso fílmico. Pero para entonces O’Hara era una estrella. Con su padrino Laughton aterrizó en Estados Unidos como Esmeralda en una estupenda versión de El jorobado de Notre Dame, conocida también en España como Esmeralda la zíngara (1939). Ese mismo año conocería a John Wayne, con el que tendría una gran amistad que duró toda su vida.

En 1941 John Ford la elige para estar en ¡Qué verde era mi valle!, película que obtuvo cinco premios Oscar. Pese a todos los reconocimientos, la interpretación de O'Hara no logró convencer a los académicos de Hollywood, que nunca la nominarían a los Oscar.  En noviembre de 2014 la Academia de Cine estadounidense le concedió el Oscar Honorífico. Los actores Clint Eastwood  y Liam Neeson le entregaron el premio.

Reconocida por sus intervenciones en El cisne negro, Simbad el marino o La isla de los corsario, fue una de las actrices habituales de John Ford, que también fue uno de sus grandes amistades en Hollywood. Con él estaría en Río Grande y El hombre tranquilo, por el que sería recordada para siempre en la historia del cine. O'Hara, con su muerte, también se ha llevado a la tumba un secreto de El hombre tranquilo: la frase que le dice al oído a John Wayne para que éste reaccione con sorpresa en una de las escenas del filme. John Ford le dijo a O'Hara que necesitaba una genuina expresión de sorpresa de Wayne, "y era algo muy grosero", según declararía posteriormente la actriz. "¿Tengo que hacerlo?", reaccionó O'Hara. "Te lo estoy diciendo. Vas a hacerlo", contestó el director. "Así que el acuerdo fue que ni Duke [el 'mote' de John Wayne para los amigos], ni John, ni yo, o cualquiera diría nunca, nunca, nunca lo que dije". La frase en cuestión se ha convertido en un pasatiempo para cinéfilos con pretensiones de lectores de labios. Pero nadie ha llegado nunca a ninguna aproximación de lo que la pelirroja O'Hara dijo a Wayne, un actor que tenía un tremendo respeto profesional por la irlandesa.

Muere la actriz Maureen O'Hara, la pelirroja que deslumbró a Hollywood

Casada en tres ocasiones, la última marcó su vida hasta el final de sus días. En 1941, se casó con el director Will Price y tuvieron una hija, Bronwyn, en 1944. "El matrimonio fue un error terrible y nos divorciamos en 1952", comentó en una oportunidad.En 1968 contrajo matrimonio con Charles Blair, un exaviador de las fuerzas armadas —que había sido previamente durante años amigo suyo— que poseía una pequeña línea aérea, Antilles Airboats. Juntos, codirigieron la compañía, y O’Hara se retiró del cine en 1973 tras el telefilme El poni rojo. En 1978 Blair falleció en un accidente de aviación y O’Hara quedó devastada, a la vez que se convertía en la primera mujer que dirigió una compañía aérea. De su retiro solo salió en cuatro ocasiones para actuar: tres para la televisión —la última con El último baile (2000)— y una para el cine, como madre de John Candy en Yo, tú y mamá (1991).

En 2004 publicó su autobiografía, ‘Tis Herself y recibió un homenaje de la Academia de Cine y Televisión de Irlanda, porque nunca dejó de sentirse irlandesa, a pesar de tener la doble ciudadanía.

O´Hara 

Con John Wayne hizo cinco filmes: además de los tres de Ford (Río Grande, El hombre tranquilo y Escrito bajo el sol), también coprotagonizaron El gran MacLintock y El gran Jack. Siempre hicieron de marido y mujer y siempre discutían y se separaban, aunque brevemente. Tal vez por todo eso Wayne dijo una vez: “He tenido muchos amigos y prefiero la compañía masculina, excepto con Maureen. Ella es un gran tipo”.

Ahora, O'Hara emprende su último viaje, al Cementerio Nacional de Arlington, en cuyas 253 hectáreas están enterrados casi medio millón de estadounidenses que dedicaron su vida a su país. Allí descansará junto a su tercer esposo, el general de la Fuerza Aérea de Estados Unidos Charles F. Blair.



Fuente: ABC.es, El País, El Mundo, latercera.com, BBC

miércoles, 21 de octubre de 2015

El rodaje de Casablanca

El avión despegó hace ya 60 años, llevándose una pareja y dejando otra en tierra. El héroe checo y su joven esposa volaron hacia la libertad. El aventurero americano y el cínico policía francés se quedaron para combatir. Y, sin embargo, aún quedaban preguntas en el aire. Dos familias, la de Humphrey Bogart y la de Ingrid Bergman, se reunieron el lunes en Nueva York para despejar la cuestión final: ¿hubo algo entre nuestro padre y vuestra madre? No, no hubo nada, salvo un mínimo de cortesía y mucha prisa por acabar el rodaje. La química entre Bogart y Bergman fue un milagro del celuloide, uno más en una película mítica surgida de un cúmulo de casualidades y decisiones de última hora. A Bergman, que no supo hasta el final si su personaje amaba al aventurero o al líder de la Resistencia, ni siquiera le gustó el resultado de su trabajo, aceptado a regañadientes a falta de algo mejor.

Elenco principal:Bogart, Rains, Bergman, Henreid

La viuda de Bogart, Lauren Bacall, y su hijo, Stephen Bogart, y las hijas de Ingrid Bergman, Pia Lindstrom, Isabella Rossellini e Ingrid Rossellini, asistieron en el Lincoln Center neoyorquino a la proyección de una copia restaurada de Casablanca, la mejor película de todos los tiempos, a juicio del American Film Institute en el año 2003. Las dos familias contemplaron de nuevo el reencuentro de Richard Blaine e Ilsa Lund junto al piano del bar y su brumosa despedida en el aeropuerto, y rememoraron a la salida las circunstancias en que dos actores crearon un amor frustrado e inolvidable. "Mi madre no tenía una buena relación con tu padre", le confesó Pia Lindstrom a Stephen Bogart. "Nunca llegaron a ser amigos", comentó Isabella Rossellini. "Había química en la pantalla, pero no en la realidad", dijo Lauren Bacall. Las miradas eran lo bastante intensas en el filme como para convencer a la entonces mujer de Bogart, Mayo Methot, de que algo ocurría entre los dos actores cuando la cámara se apagaba.

Bogart y Bergman mantuvieron una relación muy fría durante el rodaje, realizado en los estudios de Warner Brothers en Burbank, California. Bergman había aceptado el papel porque la habían rechazado, inicialmente, como protagonista de Por quién doblan las campanas. Para el papel de Richard Blaine, Warner había pensado inicialmente en George Raft y, según un terrible rumor, en Ronald Reagan; Bogart, que nunca había interpretado a un héroe romántico, fue una segunda o tercera opción.

Entre las primeras escenas que se filmaron, las del dulce romance en París, y las últimas, las desarrolladas en el interior del Blue Parrott, el bar del truculento Ferrari, el guión se improvisó día a día. Cuando Bergman preguntó a los guionistas cuál era el auténtico amor de su personaje, la respuesta fue descorazonadora: "Lo sabrá en cuanto lo adivinemos". Hacia el final, la actriz sueca sólo quería acabar cuanto antes: había conseguido el papel que realmente deseaba, el de María en Por quién doblan las campanas, y le daba igual marcharse con Victor Lazlo o quedarse con Richard Blaine.

Los hermanos Epstein
Esa prisa de Ingrid Bergman generó uno de los milagros de Casablanca. Leslie Epstein, hijo del guionista Philip Epstein, explicó que el compositor Max Steiner, autor de la banda sonora, detestaba la canción As time goes by (El tiempo pasará), compuesta por Herman Hupfeld, y quería que se filmara de nuevo el encuentro entre Rick e Ilsa para que Sam tocara otra melodía al piano. "Pero entonces Ingrid había firmado por fin el contrato para Por quién doblan las campanas y se había cortado el cabello, por lo que era imposible cambiar la escena", dijo Epstein. As time goes by quedó como pieza central de la película.

Casablanca aspiró a ocho Oscar en 1943 y obtuvo tres: mejor película, mejor director (Michael Curtiz) y mejor guión. Bogart, candidato a la estatuilla a mejor actor, perdió frente a Paul Lukas, y Bergman, que no era candidata por Casablanca sino por Por quién doblan las campanas, perdió frente a Jennifer Jones. Bogart nunca consideró que aquel fuera su mejor trabajo. E Ingrid Bergman se irritaba cuando, año tras año, los entrevistadores le preguntaban por aquello. "Es una bonita película, pero nunca me pareció nada especial", decía. Tampoco expresaba cordialidad por el protagonista masculino: "Nunca lo conocí realmente. Lo besé, pero no lo conocí".

La película que vieron el lunes las familias Bogart y Bergman tenía un brillo especial. Se trataba de un nueva copia en 35 milímetros, extraída directamente del nitrato original y de la banda sonora guardados en los archivos de Warner. La productora también ha distribuido una edición especial de Casablanca en DVD, con cuatro horas de material adicional, incluyendo tomas falsas y escenas que los montadores (entre ellos Don Siegel, de posterior fama por Harry el Sucio) decidieron descartar.

Rodaje de Casablanca
Rodaje de Casablanca

La película, en realidad, tiene 61 años, porque fue filmada en 1941 y se proyectó como preestreno en Nueva York en otoño de ese año. El presidente Franklin Roosevelt la vio en la Casa Blanca el 31 de diciembre del 42. Pero el público estadounidense la descubrió a principios de 1943, poco después de que la Conferencia de Casablanca marcara la ruptura de Washington con Vichy y el acercamiento de Roosevelt hacia el general Charles de Gaulle, y de que el desembarco de Dwight Eisenhower en el norte de África (noviembre de 1942) colocara el puerto de Casablanca en los titulares de la prensa. Aquello fue un prodigio de oportunidad. Estados Unidos, como el capitán Renault, optaba finalmente por la Francia libre. El desembarco en Europa, año y medio más tarde, se perfilaba en el horizonte. Cuando el chescoslovaco Victor Lazlo se despedía de Richard Blaine entre la niebla, parecía hablar a todos los estadounidenses: "Bienvenido a la lucha. Esta vez, sé que nuestro bando vencerá".

Fuente: El País

sábado, 17 de octubre de 2015

Fallece Joan Leslie

Joan Leslie
Joan Leslie, cuyos expresivos ojos almendrados e inocente belleza hicieron de ella una de las ingenuas más populares del cine en los años 30 y 40, falleció a los 90 años. La actriz murió en Los Ángeles este lunes, anunció su familia en un obituario.

Luego de firmar con Warner Bros. a los 15 años, su primer gran papel fue en Su último refugio , como la discapacitada Velma, con Humphrey Bogart e Ida Lupino.

En sus 20 años de trayectoria, la nativa de Detroit trabajó en más de 30 películas. Enamoró a Gary Cooper en El sargento York, bailó con Fred Astaire en El límite es el cielo , y cantó con James Cagney en El canto de la victoria.

En 1950 se casó con el doctor William Caldwell y puso una pausa a su carrera para criar a sus hijas mellizas y dedicarse a la beneficencia.

Fuente: La nación.com

Carmen Sevilla cumple 85 años

La actriz, cantante y presentadora Carmen Sevilla cumplió el viernes 85 años en la residencia Sanyres de Aravaca, en Madrid, donde vive una vida tranquila, pero en la que apenas recibe visitas y aquejada de su enfermedad, tal como recoge 20 minutos.



Carmen Sevilla fue diagnosticada en 2009 de Alzheimer y ahora años después apenas es capaz de reconocer a algunos conocidos, por lo que únicamente recibe las visitas de su hijo y de su amigo más antiguo, Moncho Ferrer, publica La Razón.

Ferrer asegura al citado diario que “aunque mentalmente, la enfermedad le ha afectado mucho, físicamente sigue estando muy guapa”. Explica su amigo que “tiene movilidad”, “pero pasa mucho más tiempo sentada o acostada que de pie. Le peinan y le visten con su ropa” y “lleva una vida muy relajada”, explica su amigo.

Según algunas fuentes, el hijo de la artista restringe mucho las visitas, por lo que algunos amigos o personas cercanas a Carmen Sevilla se han quejado por la imposibilidad de visitarla.

viernes, 16 de octubre de 2015

Angela Lansbury cumple 90 años


Angela en Luz que agoniza
En estos días se recordará su carrera con Looking for Lansbury (Buscando a Lansbury), una biografía en tres actos en el escenario del teatro de St. James de Londres. Deben ser los fuertes raíces británicas -ella nació en Londres, hija de un comerciante y una actriz, nieta del diputado laborista y editor periodístico Gorge Landsbury- para dar ese toque inconfundible del estilo a los gestos y al comportamiento de Dame Angela Brigid Lansbury.


Después de su debut a los 18 años, en la gran pantalla con la película Luz que agoniza de 1944 (actuando de camarera de Ingrid Bergman), en su vida tuvo un éxito tras otro. Es imposible mencionarlos todos, pero se puede recordar el drama El largo y cálido verano con Paul Newman y Orson Welles, El mensajero del miedo, con Laurence Harvey, con quien obtuvo su tercera nominación al Oscar, y Muerte en el Nilo, con Bette Davis, Peter Ustinov y David Niven. Por no hablar de la amada película infantil Disney, La bruja novata de 1971, y el famoso y divertido musical Mame de 1966. También puso su voz a muchos personajes, como por ejemplo la tetera señora Potts en la película animada La Bella y la Bestia en 1991 y la emperatriz viuda Marie en Anastasia de Don Bluth en 1997.

A pesar de su ocupada carrera igualmente dividida entre el cine y el teatro, en España es más conocida con la famosa serie de televisión Se ha escrito un crimen que tuvo 264 episodios filmados entre 1984 y 1996. La protagonista de la serie es la profesora de inglés Jessica Fletcher que tras el fallecimiento de su esposo se lanza a la aventura de ser escritora de novelas de misterio. En cada episodio la simpática escritora investiga sobre casos de asesinatos. Una curiosidad: ya que la mayoría de los asesinatos de la serie tiene lugar en el pueblo ficticio de Cabot Cave, The New York Times  estima que el 2% de la población fue asesinado a lo largo de la serie.

¿Y su vida privada? Hay poco que decir: dos matrimonios (el primero se acabó al año a causa de la homosexualidad del marido) y dos hijos. Angela Lansbury (que desde 2007 es también bisabuela) siempre ha sido una mujer muy discreta. En 2001 se retiró de los escenarios para estar cerca de su segundo marido, el productor Peter Shaw, gravemente enfermo y volvió al trabajo después de su muerte, en 2003. Angela sigue actuando especialmente en los teatros de Broadway (desde 1951 vive en Hollywood y es una ciudadana estadounidense), siendo impecable en los roles de la señora del pasado, siempre elegante, equilibrada e irónica.

Fuente: El Mundo

sábado, 3 de octubre de 2015

Audrey en casa

Audrey Hepburn
Viéndola nadie podría imaginar que Audrey Hepburn “era capaz de comerse tres platos de pasta y de atiborrarse de helados”, como desvela su hijo Luca Dotti, quien cuenta que la estrella más glamurosa y delgada de cuantas han brillado en Hollywood no se privaba de nada y disfrutaba cocinando para su familia, “como un ama de casa romana normal”. “Mi madre siempre decía que cada uno tiene que escuchar a su cuerpo”, precisa Dotti, quien acaba de publicar Audrey en casa. Recuerdos de la cocina de mi madre, una obra a mitad de camino entre un recetario y una biografía de la actriz.

El hijo menor de la actriz está empeñado en mostrarle al mundo que su famosa madre nunca actuó, ni delante de la cámara ni en su vida privada: “Ella era siempre la misma. Se comportaba exactamente igual con sus amigos de Hollywood que con el tendero de la esquina o con las personas que trabajaban en nuestra casa”, asegura Dotti (Lausana, Suiza, 1970), fruto del segundo matrimonio de Hepburn y del neuropsiquiatra italiano Andrea Dotti. Y para conseguirlo ha escrito Audrey en casa, en colaboración con el periodista Luigi Spinola, un libro que mezcla las recetas favoritas de la actriz con fotografías de su álbum familiar y anécdotas de su vida privada. La obra, que acaba de salir en castellano editada por Libros Cúpula (Planeta), es como una ventana por la que el lector puede asomarse y sentirse uno más de la familia Dotti-Hepburn, un curioso tándem que se forjó durante un crucero por la costa de Turquía en 1968, en el que se conocieron y enamoraron, y duró 13 años en los cuales la actriz solo aspiró a ser una buena ama de casa y cocinar para los suyos, una vocación que la apartó del cine durante ocho años.

“Engracia, que ahora vive en Talavera de la Reina y nació el mismo año que mi madre [1929], introdujo en nuestro menú el gazpacho y la tortilla de patatas. Ella fue como una madre suplente para mí”, cuenta Dotti, quien justifica que la receta de gazpacho incluya salsa de Tabasco porque “era una opción de mi papá”. “Él le añadía picante a casi todo”, aclara.

Aunque el recetario incluye platos nórdicos —Audrey nació en Bruselas de madre holandesa y padre inglés—, españoles, estadounidenses o suizos —donde la actriz tuvo toda la vida su refugio, la casa jardín de La Paisible—, la mayoría son italianos. “No soy ningún chef, pero me encanta cocinar. Mi madre me enseñó a apreciar los productos. Tomaba mucha verdura y, como casi todos los que vivieron la II Guerra Mundial, patatas, siempre patatas con todo”, comenta el autor del libro.



“Uno de mis platos favoritos son los espaguetis a la puttanesca, que mamá preparaba cuando estaba de vacaciones Giovanna, la celosa cocinera que no dejaba entrar a nadie en su territorio. Se cocina muy rápido, con el fuego muy vivo. La historia dice que es un plato que se hace en solo 15 minutos, porque era el tiempo que las prostitutas tenían entre cliente y cliente. También me gusta mucho el hígado a la veneciana, quizás porque es lo que más comió mi madre cuando estaba embarazada de mí siguiendo los consejos del médico”, cuenta Dotti.

“Nuestra primera intención era hacer un recetario. Yo me dediqué, a lo largo de dos años, a visitar a familiares, amigos y personas que habían trabajado para mi madre y recopilé unos 200 platos. Pero lo que en principio iba a ser un libro de cocina, se transformó en una especie de perfil humano, porque nos dimos cuenta de que era una pena no incluir todas esas anécdotas e historias que había acumulado”, explica Luca Dotti en un casi perfecto castellano con acento argentino por teléfono desde su casa de Roma, la misma en la que creció.

“Aprendí español porque la mamá de mi primer hijo es de Buenos Aires. Me resultó fácil ya que me crié hablando francés e italiano y algo de inglés, pero muy poco”, asegura Dotti, diseñador gráfico quien desde 2013 relevó a su hermano Sean Hepburn Ferrer [hijo del actor y director estadounidense Mel Ferrer, con quien la intérprete estuvo casada de 1954 al 1968] al frente del Fondo Audrey Hepburn por la Infancia, una organización que gestiona el legado de la intérprete desde 1995 con el objetivo de financiar proyectos concretos y continuar así la labor que ella desarrolló como embajadora de Unicef. Los beneficios que se obtengan de este peculiar libro de cocina, que primero se editó en inglés, en octubre saldrá en italiano y el año próximo se publicará en Alemania y en varios países asiáticos, se destinarán a este fondo.

“Mi madre no fue un icono internacional hasta después de su muerte [falleció en 1993 a los 63 años]. Vivió como una persona común, rodeada por sus amigos y manteniendo su privacidad pero no se escondía de nadie y hablaba con todos. Lo que ha venido después es sorprendente, la gente se inventa cosas porque les viene bien”, desvela Luca Dotti, quien recuerda que en una de las exposiciones fotográficas que organizaron en Corea se enteró de que habían escrito que sus padres se conocieron en un crucero en el que él (que era psiquiatra) trabajaba como médico y ella era una pasajera que estaba deprimida. “Les dije que eso era un error que no tenía nada que ver con la realidad, pero me contestaron que era una historia bonita y a ellos les gustaba así”. Con las estrellas de cine cualquiera se cree guionista.


Fuente: El País

viernes, 2 de octubre de 2015

30 años sin Rock Hudson

Rock Hudson
Su rotundo nombre e impresionante presencia física nublaron el fulgor de cualquier otra estrella masculina sobre la pantalla grande. Fue garantía de éxito y protagonista de los sueños de los fans. Galán de divas en la pantalla, ideal en comedias, eficaz en dramas, vivió su vida entre dos aguas, la del apolíneo astro del celuloide de poderosa masculinidad, y la de una secreta vida en paralelo, la de uno de tantos homosexuales, legión a lo largo de la historia de Hollywood, que se vieron obligados a disfrazar su identidad sexual a cambio de tocar el Firmamento sólo al alcance de unos pocos, en la Industria del Cine.

Su fallecimiento a causa de complicaciones derivadas del SIDA, produjo un brutal shock emocional en todo el Mundo, y cambió para siempre la perspectiva global sobre el terrible mal, pasando de ser cáncer de homosexuales a caballo apocalíptico, capaz arrancar de cuajo la vida de los dioses.

Roy Harold Scherer Jr. nació el 17 de Noviembre 1925 en Winnetka, Illinois. Hijo único de una teleoperadora que sería abandonada por el padre del chico durante los terribles años de la Gran Depresión, el luego popularísimo actor fue durante su época de estudiante un joven muy tímido y solitario, que sin embargo, tras volver de la Segunda Guerra Mundial donde fue mecánico para la Armada Norteamericana en Filipinas, decidió trasladarse a Los Angeles para ver cumplido su sueño, el de convertirse en actor.

Sus comienzos, nada fáciles, empezaron por la negativa de la Universidad del Sur de California de admitirle en los cursos de Arte Dramático debido a sus bajas calificaciones y su aparente escaso talento. Sin embargo, mientras se pagaba el alquiler como conductor de furgonetas, la suerte tocó a su puerta, gracias a su encuentro con Henry Wilson, especialista en reclutar guapos jóvenes de dudosa identidad sexual, como Anthony Perkins (fallecido también de SIDA años más tarde), Robert Wagner o Tab Hunter entre muchos otros, para convertirlos con enorme éxito, en estrellas de la pantalla. Fue decisión suya ‘endurecer’ el nombre de su nuevo descubrimiento, que pasaría desde entonces a la Historia por su sobrenombre artístico, Rock Hudson.

Hudson hizo su debut cinematográfico en 1948 en la película Fighter Squadron. Su papel sólo contenía una línea , y ciertamente los nervios le fallaron al joven debutante, que tuvo que repetir la toma alrededor de cuarenta veces. En el difícil ascenso del actor, tardaría nada menos que seis largos años, hasta empezar a descubrir su lugar en el Sol con Magnificent Obsession, que le uniría a Jane Wyman.

Durante esos seis años, sin embargo, su rostro se hizo popular, gracias al empeño de su agente, apareciendo en las portadas de numerosas revistas, al tiempo que recibía un estricto entrenamiento como actor, cantante y bailarín. Tras el éxito de Magnificent Obsession, que haría de él, el actor más popular del año, intervendría a lo largo de la década en otros dramas notables como Escrito en el Viento, Sólo el Cielo lo sabe, o Gigante, la película que le supuso su única nominación al Oscar, y su encuentro en la pantalla grande con dos bestias icónicas del cine, Elizabeth Taylor y James Dean, que no pudo concluir su trabajo en el legendario título de George Stevens sobre el nacimiento de la Industria Petrolífera en Estados Unidos, al morir durante las últimas semanas de filmación, en accidente de automóvil.

Dos películas más tarde, trabajó a las órdenes del gran Charles Vidor en la adaptación cinematográfica de la novela de Ernest Hemingway Adiós a las Armas, por la que obtuvo extraordinarias críticas. Sin embargo, la película fracasó estrepitosamente en las taquillas.

La decisión de interpretar el film de Vidor, hizo que Hudson rechazase protagonizar tres películas consecutivas que resultaron ser extraordinariamente taquilleras: Sayonara, El Puente sobre el Río Kwai y Ben Hur. El fracaso de su elección hizo que Hudson se replantease en la siguiente década su carrera. Pasando de ser conocido como un sólido actor dramático a convertirse en robacorazones de señoras y jovencitas en una sucesión de comedias románticas que le enlazaron a la actriz Doris Day, junto a quien protagonizó títulos como Pijama para dos, No me mandes flores o El deporte favorito de los hombres, que procuró alternar con otros títulos que sin embargo no resultarían ser tan financieramente favorables.

Rock Hudson
Con el comienzo del declive de su rotunda juventud, el actor obtendría cómodo refugio en la televisión, en la que reinaría durante casi toda la década de los 70 con McMillan y su esposa, donde entre el thriller de homicidios y la comedia romántica suave, Hudson como un McMillan de bigote perenne, mantuvo su estatus como uno de los actores mejor pagados de Hollywood.

Fumador empedernido y adicto al alcohol desde muchos años atrás, Rock Hudson comienza a tener serios problemas de salud a comienzos de los ochenta. Tan graves que debe ser sometido incluso a una operación para serle implantado un marcapasos. Sin embargo, tras la intervención, en noviembre de 1981, continúa fumando y su salud se siguió debilitando como quedó físicamente patente en sus últimas apariciones en la pantalla: la película Embajador en Oriente Medio que le unió a otro grande también sumergido en adicciones, Robert Mitchum, y el lujoso culebrón televisivo Dinastía, donde era el maduro amante de una de sus protagonistas.

Durante el rodaje de esta última, Hudson, que siempre tuvo dificultades para memorizar sus diálogos, necesitó constantemente de la ayuda de carteles en los que poder leer sus frases, con lo que su trabajo prácticamente se limitó a un recitado. Estos problemas y un evidente declive físico en el tradicionalmente robusto actor, hicieron que todo tipo de rumores sobre su salud circulasen intensamente entre los años 83 y 85, hasta hacerse imparables cuando durante su aparición en el programa televisivo Doris Day’s Best Friends, en Julio de este último año, el actor, visiblemente demacrado e incoherente en sus palabras, provocó un auténtico shock en la audiencia.

Oficialmente nadie lo sabía aún, pero a esas alturas, Rock Hudson ya conocía que estaba infectado con el VIH. Un año antes se le había diagnosticado la enfermedad, aunque la versión oficial fue que padecía cáncer incurable de hígado. EL 25 de Julio de 1985, en París, el actor anuncia en rueda de prensa que está muriendo de SIDA. Recibe mensajes de apoyo de todo el mundo del espectáculo, desde la cantante Madonna hasta su gran amigo y ex actor, el entonces Presidente Ronald Reagan. Tres meses más tarde, a los 59 años, moría en The Castle, su señorial mansión de Beverly Hills.

Doris Day dijo que nunca supo de la homosexualidad del actor, Carol Burnett, entre otros, sí que lo sabía y le importaba un bledo, según sus propias palabras.

Rock Hudson, de ideas tradicionalmente conservadoras, fue incapaz de exponer públicamente su identidad sexual, y para camuflarlo, su agente, que acababa de sufrir el disgusto de ver como uno de sus guapos descubrimientos, Tab Hunter, era arrestado durante una fiesta gay, intentó acallar los rumores que de siempre lo acompañaron, ‘casándolo’ con la secretaria de este, Phyllis Gates, de quien se divorció en 1958, tres años más tarde de la boda. Tras la muerte de esta última en 2006, y después de una vida en la que aseguró haber vivido plenamente esos tres años junto a su esposo, se supo que Gates fue en realidad lesbiana y que contrajo matrimonio con el actor por puro interés financiero.

El astro, abiertamente gay en círculos privados, tuvo numerosos amantes masculinos a lo largo de su vida. Algunos no tan oficiales pero tan famosos como él y otros mucho menos populares como el novelista Armistead Maupin, Jack Coates, Tom Clark o su último amante oficial, Marc Christian, quien acabaría heredando, tras una batalla legal, su mansión en las colinas de Hollywood, pese a que en el momento de su muerte, Christian residía en la casita de invitados mientras que fue Tom Clark, ex pareja del actor, quien estuvo con él en casa, acompañándolo los dos últimos meses de su vida.

Rock Hudson, que fue más un hombre de acción que de gestos inútiles, se negó a ver su tumba cubierta de flores de aduladores en muerte, por lo que tras su fallecimiento, sus restos fueron incinerados y sus cenizas lanzadas al Pacífico. Poco antes de su fallecimiento, entregó un jugoso donativo para lucha contra la enfermedad que le estaba matando.


Tras su fallecimiento, su amiga desde los tiempos de Gigante, Elizabeth Taylor, creó, junto a otros, la Fundación más grande de Estados Unidos para la investigación del VIH y el apoyo a las víctimas del SIDA. Pero sobre todo, su muerte cambió para siempre el retorcido concepto que el Mundo tenía sobre el SIDA como mal aislado de pervertidos sodomitas. Hudson le puso, frente al resto del Mundo, un rostro a la horrible enfermedad, humanizando a sus enfermos y generando una corriente que ya sería imparable de apoyo a la investigación y de cobijo y pérdida de temor frente a los infectados. Y como hombre, dejó claro a quien lo quiso ver, sin haberlo sabido ver antes, que homosexualidad y masculinidad no tenían porque ir nunca por separado.

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