8 de abril: vida y muerte de María Félix

sábado, 9 de abril de 2011

8 de abril: vida y muerte de María Félix

María de los Ángeles Félix Güereña, nació en Álamos, Sonora el 8 de abril de 1914. Fue hija de Bernardo Félix, descendiente de indios yaqui. Su madre se llamaba Josefina Güereña, de ascendencia española. Tuvo once hermanos.
Quienes conocieron a María dicen que, de niña, disfrutaba con aficiones propias de muchacho, alejada de cuanto se esperaba de una niña. 
María Félix
El tiempo transcurrió favorablemente para su hermosura; muy pronto su aspecto comenzó a llamar la atención. Fue coronada reina de la belleza estudiantil. Muy joven se casó con Enrique Álvarez Alatorre, un vendedor de cosméticos Max Factor de quien acabaría divorciándose. Viajó luego a Ciudad de México, donde gracias a un encuentro casual con Fernando Palacios pasó a formar parte de la profesión cinematográfica.

 María Félix, llamada La Doña, y Jorge Negrete empezaron una mala relación durante el rodaje de El Peñón de las Ánimas (1943), de Miguel Zacarías. Por esta causa el rodaje de El peñón de las ánimas fue difícil y condujo a un enfrentamiento directo entre ambos. Lo que contribuyó a cimentar la fama de "La Doña" como una mujer dura y altanera, que tanto contribuyó a su éxito.

Tras el rodaje de El Peñón de las ánimas, su fama ya no paró de crecer. María Eugenia (1943), de Felipe Gregorio Castillo, y Doña Bárbara (1943), de Fernando de Fuentes, le otorgaron la categoría de gran diva del cine mexicano. A partir de entonces, todos sus papeles serían protagonistas. Concretamente su interpretación de la Doña Bárbara del escritor venezolano Rómulo Gallegos es insuperable. Él mismo Gallegos se encargaba del guión y los diálogos de la película y cuentan que al conocer a María en un restaurante exclamó: “¡Es ella! ¡Es mi Doña Bárbara!”.
Su celebridad aumento con su mítico matrimonio con  Agustín Lara, a quien conoce en 1943. Lara compuso para ella el tema musical "María Bonita", que la consagra internacionalmente. Su matrimonio con Lara concluye en 1948.
María en su infancia
Doña Bárbara será el inicio de las importantes colaboraciones entre María y Fernando de Fuentes, a cuyas órdenes filma La Mujer sin Alma (1944) y La Devoradora (1946), cintas que contribuyen a aumentar su celebridad como "vampiresa por excelencia del Cine Mexicano", rol que sin embargo abandona en filmes como El Monje Blanco (1945) de Julio Bracho y tras su primer encuentro con Emilio Fernández y su mítico grupo.
Con Fernández, María realizara las tres películas que la consagran a nivel internacional: Enamorada (1946), Río Escondido (1947) y Maclovia (1948). Con estas películas la fama de María cruza el Atlántico.
Contratada por el productor español Cesáreo González, María realizará tres importantes películas en España. Gracias a éste, la actriz participó en diversos proyectos fuera de su país, entre los cuales cabe destacar Mare Nostrum (1948), de Rafael Gil; y La Couronne Noire (1950), filme del argentino Luis Saslavsky basado en un argumento de Jean Cocteau.
Protagonizó las producciones españolas La noche del sábado (1950), de Rafael Gil,  y Camelia (1953), de Roberto Gavaldón, donde hizo pareja con el actor español Jorge Mistral, bien conocido a ambos lados del Atlántico.
De España irá a Italia, donde realizó Incantessimo Trágico (1951) y Mesalina (1952), de Carmine Gallone, en su momento, la cinta más cara del cine italiano.
En 1952, María regresa a México. Su estancia en el país se basará principalmente en su matrimonio con Jorge Negrete, su otrora enemigo, y con quien María contrae matrimonio en 1953, enviudando once meses después.
Tras la muerte de Negrete, María regresa a Europa. En Francia realizará las cintas La Belle Otero (1954) y Les Heroes son Fatigués (1955), esta última al lado de Yves Montand. Sin embargo, la cinta más importante de María en este periodo es French CanCan, del director Jean Renoir.
A su regreso a México en 1955, convertida ya en figura mítica del cine, se dará el lujo de elegir sus propias cintas, directores y hasta co-estrellas. De este periodo destacan La Escondida, Canasta de cuentos mexicanos (1955) y Café Colón (1958), las tres junto a Pedro Armendáriz, para muchos su galán por excelencia, única figura que no podía opacar en la pantalla. En 1956 estelariza Tizoc: Amor Indio, al lado del ídolo Pedro Infante, cinta que sin embargo no fue del agrado de la actriz a pesar de su éxito internacional. En 1959, Ismael Rodríguez la reúne en La Cucaracha, con su "complemento mítico", Dolores del Río.
Su contacto posterior con el cine extranjero se limita a las cintas españolas Faustina (1957), de José Luis Sainz de Heredia y Sonatas (1959) de Juan Antonio Bardém, así como a la producción franco-mexicana La Fievre Monte a El Pao, dirigida por Luis Buñuel.
En 1956, María contrae matrimonio por cuarta ocasión con el banquero francés Alexander Berger, con quien vivirá entre México y Francia, y de quien enviuda 18 años después.
En los años 60's, la presencia de María solo se limita a unas cuantas películas, siendo las más destacadas Juana Gallo (1961) y Amor y Sexo, (1963), donde realiza un desnudo parcial. En 1970, filma La Generala, que será su última cinta. La telenovela mexicana La Constitución, en 1972, será su último trabajo profesional como actriz.
A partir de entonces, María se retira de la vida pública de manera parcial para dedicarse a una de sus grandes pasiones: los caballos. Algunos de sus ejemplares llegaron a ganar importantes premios hípicos internacionales. Su última pareja sentimental fue el pintor francés Antoine Tzapoff.
Los años postreros de María transcurren entre eventos sociales, homenajes... Hasta el final de su vida aseguró que quería volver a la actuación, pero nunca se concretó nada.
La muerte de su hijo y admirador más ferviente, Enrique Álvarez Félix, la llena de quebranto. Semanas antes de morir, acude a un concierto de Luis Miguel, que se acerca y la besa. Un reportero le pregunta: "¿Y dónde le dio el beso?". La respuesta es típica: "En la boca, ¿dónde más?".


María Félix murió, cuando dormía, aproximadamente a la 1:00 am. hora de Ciudad de México, pero sólo hasta aproximadamente las 10:00 de la mañana de ese 8 de abril se descubrió el cuerpo sin vida; de este lamentable acontecimiento dio información su médico de cabecera el Dr. Enrique Peña.

Figura indispensable del Cine Mexicano María Félix. Personalidad controvertida y admirada por su belleza legendaria y originalidad.
La próspera relación de María de los Ángeles Félix con el cine (47 películas) empezó por azar. Se hallaba mirando escaparates en el Centro Histórico de la Ciudad de México (entre las calles de Palma y Fco. I. Madero) cuando el director Fernando Palacios la abordó preguntándole si le gustaría hacer cine. La respuesta pertenece también al mundo de los tópicos, pero los que configuran la leyenda de La Doña: “¿Quién le dijo que yo quiero entrar en el cine? Si me da la gana, lo haré; pero cuando yo quiera, y será por la puerta grande”.
A partir de Doña Bárbara (1943), la actriz y sus personajes comenzaron a fundirse en una sola unidad. Muchos especialistas afirman que María Félix siempre se interpretó a sí misma en todas sus películas. Opiniones más aventuradas, como la de Paco Ignacio Taibo I -autor del libro La Doña (1991)- señalan que la aparición de la actriz en el panorama del cine mexicano fue tan impactante que los guionistas y directores terminaron por escribirle historias de acuerdo a su personalidad. El resultado fue una curiosa mezcla de realidad y ficción que terminó por construir el mito de la Félix.
Su fascinante imagen destacó en títulos como La mujer sin alma (1943) y La devoradora (1946), de Fernando de Fuentes; La diosa arrodillada (1947), de Roberto Gavaldón; y Doña Diabla (1948), de Tito Davison. Parece que ella misma iba enriqueciendo esa imagen, de tal modo que su colaboración con el director Emilio Fernández le permitió completar una trilogía heterogénea que resume sus méritos y favorece que, aún hoy, el público la trate regiamente: Enamorada (1946), Río Escondido (1947) y Maclovia (1948). Ni siquiera su aventura francesa —French Cancán (1954), de Jean Renoir— fue tan celebrada como esos tres títulos del Indio Fernández.
Como una soberana ideal del cine hablado en español, María abordó todos los géneros, y lo hizo bien. Si nos limitamos al asunto que guía estas líneas, hemos de citar su personificación de Catalina de Erauso en La monja alférez (1944), de Emilio Gómez Muriel, su trabajo junto a Buñuel en Los ambiciosos (1959), y su linda presencia en Sonatas (1959), aquella película de Juan Antonio Bardem que recreaba el texto de Valle-Inclán. En esa línea española, María Félix también mantuvo una estrecha relación profesional con el productor Cesáreo González. Su presencia excepcional enriqueció la coproducción franco-española La bella Otero (1954), de Richard Pottier; y en un tono más ligero, dio lecciones de seducción en Faustina (1956), de José Luis Sáenz de Heredia, donde también intervenían Fernando Fernán Gómez, Conrado San Martín, Tony Leblanc y José Isbert. Cerrando el catálogo español, esta última comedia presentaba a la actriz en una faceta voluptuosa cuyos efectos aún se perpetúan en la gran pantalla.
Tras su última aparición cinematográfica, en La Generala (1970), María Félix estuvo relacionada por lo menos con tres proyectos fílmicos, ninguno de los cuales logró cristalizarse. El primero de ellos fue la versión cinematográfica de la novela de Carlos Fuentes "Zona sagrada", cuya trama guarda más de una relación con la vida de la estrella. El segundo, la polémica adaptación de "Toña Machetes", novela escrita por Margarita López Portillo, que terminó filmándose con Sonia Infante. El más reciente, fue la adaptación de "Los papeles de Aspern" de Henry James, que llevaría por título "Insólito esplendor" y que iba a ser dirigida por Jaime Humberto Hermosillo. Durante 1997, la prensa de espectáculos en México especuló con la posibilidad de un retorno de la Félix, al lado de Verónica Castro, interpretando una versión para televisión de la obra "Los amores criminales de las vampiras Morales" de Hugo Argüelles.
Igual que su país: "tan cerca de Estados Unidos y tan lejos de Dios", parecía inevitable que la devorara la máquina de los sueños de Hollywood. Pero se resistió. Su argumento fue que no quería aprender inglés ni le gustaban los papeles de india que le ofrecían: "No nací para cargar canastos", "me ofrecen papeles de india y las indias las hago en mi país, en el extranjero sólo encarno a reinas" dijo. Si algo perdió con esta decisión, lo compensó con la adhesión popular y la admiración de los intelectuales de su país y del Viejo Mundo.
Su biógrafo más conocido, Paco Ignacio Taibo, hace notar en su obra -obviamente bautizada como "La Doña"- que María Félix no sólo poseía "una belleza singular". También era fundamental en ella el contraste con las actrices "tradicionalmente sumisas" de su país.
El escritor mexicano Carlos Monsiváis la describió como "una sucesión de atavíos, 'close-ups', actitudes y frases memorables" y también como "la persona que veía en el lujo la escenificación de sus fuerzas interiores". Sobre todo, María Félix -en cuyo honor fueron bautizadas miles de mujeres que hoy tienen entre 40 y 50 años- fue el sueño de generaciones de latinoamericanos y no latinoamericanos. "Tanta y tan intensa es su hermosura, que duele", dicen que dijo Jean Cocteau cuando la conoció. No fue el único piropo. Su amigo Diego Rivera le dedicó un autorretrato "a María Reina de los Ángeles Félix, quien millones de gentes admiramos y amamos pero a quien nadie querrá tanto como yo". El propio Rómulo Gallegos le subrayó en una edición de su libro Doña Bárbara una frase: "Agua clara del remanso donde los cielos se miran". Al margen, el escritor anotó: "Ésta, María, eres tú". Agustín Lara, uno de sus cinco maridos, optó por el homenaje más perdurable: "María bonita", cantada por miles de enamorados a lo largo del tiempo y a lo ancho del mundo.
Nada, sin embargo, empañó el cariño y la admiración que le tenían los mexicanos. El día de sus funerales, el público apostado en el camino hacia el Cementerio del Panteón Francés, junto con las flores, las pancartas y las fotos de la actriz le gritaba: "¡Viva María Bonita!", "¡Viva La Doña!".
Y es que se extinguía una leyenda, en un mundo cada vez más necesitado de ellas.




fuente:http://mariafelix.com.mx/

1 comentario:

  1. Alex berger fue su cuarto marido no el tercero y se caso cuatro veces,no cinco.sus primeras peluculas en España fueron cuatro d'cinco,no tres.hizo cuatro peliculas dirigidas con el Indio Fernandez,la ultima fue El Rapto y etc..puras fallas.conrazon decia q' la informacion q'daban d' ella era chafa!

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