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Hoy se cumplen 122 años del nacimiento de sir Charles Spencer Chaplin. Como homenaje, Google le ha dedicado uno de sus doodles.
Tras su muerte, dos delincuentes comunes, mecánicos de profesión, robaron la tumba y los restos del genial cineasta para enterrarlos de nuevo en el centro de un enorme campo de maíz apartado
No era la primera vez que ocurría. El cadáver de Mussolini fue robado y estuvo desaparecido varios años. Lo mismo ocurrió con los restos de María Callas, Eva Perón o el general Petain. A Charlie Chaplin apenas le dejaron descansar en su tumba un par de meses después de su fallecimiento, la noche de Navidad de 1977, a los 88 años.
Tumba de Chaplin después de la profanación |
En la madrugada del 1 al 2 de marzo de 1978, dos delincuentes entraban en el cementerio de Corsier-sur-Vevey (Suiza), donde vivía su familia, y profanaban la tumba de Chaplin, llevándose el ataúd con sus restos mortales. Ni siquiera habían instalado aún la lápida con el epitafio grabado. Los policías tan solo encontraron el hoyo donde se encontraba enterrado el féretro, huellas de pisadas que se dirigían hacia la puerta del cementerio y, allí, marcas de ruedas de un vehículo.
Esas fueron todas las pistas con las que contó la Policía suiza, cuya primera hipótesis, fue que los secuestradores tenían el objetivo de pedir un rescate a la familia por los restos de Chaplin.
Con lo que no contaron los ladrones, dos mecánicos de automóviles de nacionalidad polaca (Roman Joseph Wardas, de 24 años) y búlgara (Gandscho Ganev, de 38), es que la viuda de Chaplin, Oona O´Neill, lo tenía más que claro: nada de pagar el más mínimo rescate por los restos de su marido. «Charlie lo hubiera encontrado ridículo», aseguró.
Charles Chaplin |
Sin embargo, dar con los responsables no fue tan fácil. La Policía rápidamente difundió una alerta no solo a Suiza, sino a toda Europa, que no dio resultado alguno. Y durante los primeros días no recibieron aviso alguno de los responsables del robo, por lo que la hipótesis del rescate empezó a perder peso: «En realidad, nadie sabe lo que se encuentra detrás del robo, pero no parece un intento de pedir un rescate», comunicó un portavoz de la familia de Chaplin.
Tras los primeros días, sin embargo, O´Neill comenzó a recibir llamadas telefónicas de Wardas y Ganev exigiendo cifras desorbitantes por los restos del cómico. La primera ascendía a 600.000 dólares, después fue rebajada a 600.000 francos suizos y, posteriormente, a 500.000, llegándole a enviar fotos que probaban que el cadáver de Chaplin estaba en su poder. Se notaba que los delincuentes no eran unos profesionales de la extorsión.
Tras una serie de amenazas de muerte a la familia, Oona O´Neill aceptó colaborar en las investigaciones de la Policía, permitiendo que pincharan la línea telefónica del castillo donde vivía con alguno de sus hijos (Geraldine Chaplin, que residía en Madrid con su pareja de entonces, el director Carlos Saura, aseguró que se enteró del robo del cadáver de su padre por la prensa).
Charlot |
El 16 de mayo, O´Neill informó a la Policía que los secuestradores iban a llamarla de nuevo para obtener una respuesta definitiva, por lo que se instaló un equipo de vigilancia sobre 200 teléfonos públicos de la ciudad de Lausanne y sus alrededores. Un movimiento eficaz que dio inmediatamente con Wardas en una de las cabinas y horas más tarde con Ganev. Tras las confesiones, la Policía pudo recuperar el ataúd y el cadáver enterrados a pocos kilómetros del cementerio de Corsier-sur-Vevey, donde había sido robado.
Durante el juicio, Wardar confesó que la «original» idea de robar el cadáver de Chaplin se le ocurrió por asociación de ideas, al leer en la prensa la noticia de que la Policía italiana había recuperado en Bari el ataúd y el cuerpo sin vida de Salvatore Matarrese. Luego convenció a Ganev, huido de Bulgaria, de que participara en el robo. Ambos extrajeron el ataúd del cómico de más de 120 kilos y lo subieron al vehículo. Y, por último, lo trasladaron hasta la cercana población de Neville, donde, en el centro de un enorme campo de maíz, lo volvieron a sepultar.
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