En la vida privada las dos hermanas parecían también distantes: Olivia estuvo relacionada con John Huston, James Stewart y John Hughes (quien llegó a flirtear con Joan mientras aún salía con ella) y se casó dos veces, con el escritor Marcus Goodrich (de 1946 a 1953) y con el periodista francés Pierre Galante (de 1955 a 1979). Ambos matrimonios acabaron el divorcio y reportaron a Olivia un hijo y una hija. Su hijo mayor, Benjamin (1949), murió en 1991 a causa de la enfermedad de Hodkin. Igual de discreta en sus relaciones, pero más inestable fue Joan: cuatro matrimonios en treinta años: con el actor inglés Brian Aherne (de 1939 a 1945), con el productor William Dozier (de 1946 a 1951), con el guionista y productor Collier Young (de 1952 a 1961) y con el editor Alfred Wright Jr (de 1964 a 1969). La vispera de su boda con Aherne, un amigo de éste llamó para decirle que el novio no se encontraba bien y que se lo había pensado mejor. Joan le contestó que ya era tarde para cancelar la boda y al día siguiente ambos se encontraron ante el altar. De Dozier tuvo a su única hija natural, Deborah (nacida en 1949); en 1952 adoptó a una niña peruana, Marita (nacida en 1946), que huyó de casa en 1963.
Joan Fontai |
Por su parte, Olivia también apareció menos en la gran pantalla pero porque no encontraba papeles de su gusto: rechazó el papel de Blanche DuBois en Un tranvía llamado deseo porque no atraía tener que decir algunas frases; dio la alternativa a Richard Burton en Mi prima Raquel (My cousin Rachel, 1952); fue Ana de Mendoza en una olvidable versión de las andanzas de La príncesa de Éboli (La lady, 1955); y formó parte del lujoso reparto de No serás un extraño (Not as a stranger, 1955). A partir de los sesenta sus apariciones en cine fueron cada vez más esporádicas pero aún dio un título destacacable: Canción de cuna para un cadáver (Hush... hush, sweet Charlotte, 1964), de Robert Aldrich, donde hizo de hermana de su buena amiga Bette Davis. Su carrera se cerró en los setenta con un par de olvidables films de desastres.
Olivia de Havilland |
Las dos actrices aún se dirigían la palabra, pese a los continuos roces, pero en 1975, un incidente acabó por distanciarlas definitivamente: la muerte de su madre. Olivia organizó una ceremonia en recuerdo de la difunta al que Joan no asistió: según ella, su hermana no la invitó; según Olivia, Joan se desentendió del asunto.
Lo cierto es que ambas hermanas se han negado la palabra desde entonces. Joan llegó hasta a distanciarse de su propia hija porque ésta seguía manteniendo una cordial relación con su tía. Cuando en 1988 la Academia de Hollywood celebró el sesenta aniversario de los Óscar, se organizó un encuentro con todos los galardonados vivos. La organización cometió la imprudencia de instalar a las dos hermanas en una misma planta del Hotel Ambassador. Cuando éstas lo descubrieon forzaron a la dirección a cambiarlas de habitación y a poner unos diez pisos entre ambas.
Así, sin hablarse los últimos treinta años, han llegado hasta estos días. Joan vive retirada en su casa de Carmel, en California, superando los noventa. Olivia los cumplió el año pasado y aún tuvó fuerzas para viajar de Paris (donde reside actualmente) a Hollywood para recibir un homenaje. Son las últimas divas vivas del Hollywood más clásico, y las malas lenguas insinuan que el secreto de su longevidad es que ninguna de las dos quiere morir antes que la otra.
Nota: Joan Fontaine murió, el 15 de diciembre de 2013, en su casa de Carmel (California) a los 96 años por causas naturales.
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