Rivalidad fraternal II: Olivia y Joan

martes, 5 de abril de 2011

Rivalidad fraternal II: Olivia y Joan



Olivia y Errol Flynn
La primera en empezar una carrera como actriz fue Olivia, animada por su madre (quien, como otros muchos progenitores de actores, pretendía que sus retoños continuaran la carrera artística que ella había tenido que dejar al casarse). Ingresó en el prestigioso Mills College donde hizo sus pinitos sobre el escenario; allí la descubrió el director Max Reinhardt, quien en 1935 le ofreció el papel de Hermia en El sueño de una noche de verano de Shakespeare, primero sobre las tablas en Hollywood y después, ese mismo año, en la gran pantalla. No fue su primera película – antes había realizado algún papel menor - pero el buen trabajo le reportó un contrato con la productora de los hermanos Warner, y al poco ya le daba la réplica a Errol Flynn en El capitán Blood (Captain Blood, 1935) de Michael Curtiz, el primero de los ocho títulos que protagonizó junto al actor. Las otras fueron La carga de la brigada ligera (The charge of the light brigade, 1936), Robín de los bosques (The adventures of Robin Hood, 1938), Four's crowd (1938, inedita en España), La vida privada de Elizabeth y Essex (The privates lives of Elizabeth and Essex, 1939),Dodge, ciudad sin ley (Dodge city, 1939), Camino de Santa Fe (Santa Fe trail, 1940) y Murieron con las botas puestas (The died with their boots on, 1941). Salvo la última, dirigida por Raoul Walsh, todas corrieron a cargo de Michael Curtiz.


Joan en Sospecha
Mientras tanto, Joan, que había regresado a los Estados Unidos en 1934, intentaba también hacerse un hueco en el mundo del espectáculo: primero entró en una compañía de teatro de San José que dejó para mudarse a Los Ángeles. Allí se cambió el nombre por el de Joan Burtfield, y más tarde por el de Joan Fontaine (recuperando el apellido artístico de su madre), para no hacer carrera sobre el apellido de su ya exitosa hermana (aunque algunas fuentes afirman que fue la madre quien no le permitió usar el nombre familiar para favorecer a la primogénita). Sin embargo, pese al cambio de nombre, su carrera no despegaba. Tras rodar No more ladies para la Metro, estuvo una breve temporada sin trabajo y tuvo que alojarse en casa de Olivia. Finalmente firmó un contrato con la RKO pero sólo recibió papeles muy breves. La primera película en la que interpretaba un personaje importante, Señorita en desgracia (Damsel in distress, 1937), junto a Fred Astaire, fue un fracaso. Aunque fue recibiendo cada vez mejores papeles, cuando en 1939 tocó renovar el contrato, la compañía se desentendió. 



Joan con Cary Grant
La suerte de Joan cambió cuando conoció al productor David O’Selznick que le ofreció el papel protagonista para la adaptación de la novela Rebeca de Daphne du Maurier, que iba a ser el début en Hollywood de un orondo y exitoso director británico, Alfred Hitchcock. Algunos dicen que la actriz se presentó al concurrido casting para el papel de Escarlata O’Hara y Selznick, impresionado, le ofreció el papel de Melania, pero Joan lo rechazó diciendo “Si quieren a alguien para hacer de pava, llamen a mi hermana Olivia”. Sea o no cierto, Olivia fue seleccionada para representar el papel y consiguió con él su primera nominación al Oscar (que perdió ante su compañera de reparto, Hattie MacDaniel). Un año más tarde fue Joan quien logró una nominación, por su papel en Rebeca (Rebecca, 1940). No ganó, pero Selznick y Hitchcock recurrieron de nuevo a ella para interpretar a una mujer que cree que su marido la quiere matar en Sospecha (Suspicion, 1941). Su interpretación le valió el ansiado Óscar, aunque el triunfo se vio empañado por un incidente con Olivia: cuando Joan iba a subir al escenario a recoger la dorada estatuilla, pasó de largo de su hermana, que iba a felicitarla. Olivia, que además también estaba nominada por Si no amaneciera (Hold back the dawn, 1941) de Mitchel Leisen, se tomó el feo como una ofensa. 

Con este entrañable ambiente fraternal, las carreras de ambas siguieron en marcha. Olivia fue quien concentró la mayor parte de los elogios por sus interpretaciones: la madre soltera que no revela su identidad a su hijo en La vida intima de Julia Norris (To each his own, 1946), que le valió su primer Óscar; las gemelas sospechosas de asesinato en A través del espejo (The dark mirror, 1946); la escritora ingresada en un sanatorio en Nido de víboras (The snake pit, 1948) – cuarta nominación; la joven rica que es desheredada por su padre por prometerse con un cazafortunas y es abadonada por éste a continuación en La heredera (The heiress, 1949) con la que consiguió no sólo uno de sus mejores papeles (y su segundo Óscar) sino también una de las interpretaciones femeninas más alabadas de la época. Sin embargo su carrera sufrió un contratiempo cuando denunció a la Warner por haberle añadido seis meses más al contrato – en realidad, seis meses que ella había estado en suspensión por haber exigido mejores papeles que los que le daban - y que ella consideraba que no podían exigirle cumplirlos. La actriz ganó el caso y recibió los agradecimientos de toda la profesión (incluidos los de su hermana) por sentar un precedente del que se iban a beneficiar los actores ante los todopoderosos estudios. 


Joan se especializó en dramas románticos y entre los títulos más destacables protagonizó La ninfa constante (The constant Nymph, 1943); Jane Eyre (1944), donde interpretó a la heroína de Charlotte Brontë junto a Orson Welles, con quien no hizo muy buenas migas; Abismos (Ivy, 1947); El vals del emperador (The emperor waltz, 1947), un film menor de Billy Wilder; y Carta de una desconocida (Letter from an unknown woman, 1948) dirigido por Max Ophüls.
 


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