30 años sin Ingrid Bergman

miércoles, 29 de agosto de 2012

30 años sin Ingrid Bergman

Cotten, Cuckor & Bergman
George Cukor, director de Luz que agoniza y amigo de Ingrid, la describe así: “Se mostraba siempre inocente y franca. Era muy confiada. En Ingrid todo era natural. Era muy atenta, se sabía los nombres no sólo de los compañeros de reparto, sino de todos los actores secundarios y los técnicos. Conocía los nombres de sus hijos, y les compraba recuerdos de vacaciones o a veces les regalaba su labor de punto.”
  
María Cooper, hija de Gary Cooper, la consideraba una madre perfecta: “Era muy agradable. Yo iba a su casa porque Pía era amiga mía. De todas las personas que he conocido, Ingrid Bergman era la que menos actuaba en su vida privada.”
  
 Gregory Peck, compañero de reparto de Ingrid en Recuerda, “Ingrid era afectuosa, maravillosa. Era muy joven y tenía una cierta frescura, pero también más seguridad en sí misma que yo. No me extraña. Era hermosa, más hermosa en persona que en la pantalla.
Una vez le dije que no era muy fotogénica. Pareció un tanto sorprendida. Su cara era siempre un libro abierto. Me respondió que yo era la primera persona que le había dicho que no era fotogénica. Lo que yo quería decir, le expliqué, era que, al parecer, no había ninguna cámara capaz de captar su belleza natural de forma adecuada. Se ruborizó”.

Peck & Bergman
Isotta Ingrid, hija de Ingrid y Roberto, decía: “Mamá era siempre muy vigorosa. Tenía una vitalidad tremenda. No todas las estrellas eran como mamá. Ella nunca tenía mal genio. Siempre era amable con todo el mundo. En el plató conocía a todos y hablaba con todos. Y sabía todo lo concerniente al rodaje de una película.”
 
Roberto Rossellini, segundo marido de Ingrid y padre de Robertino, Isabella e Isotta, director de cine italiano, padre del Neorrealismo, pensaba que “Ingrid era muy natural. Aportaba una gran parte de sí misma al personaje que interpretaba, y lo hacía suyo. Era una actriz excelente, pero lo que la convertía en estrella era la forma de hacer suyo el personaje.”
  
Renzo Rossellini, hijo de Roberto Rossellini, contaba a la autora del libro la primera vez que vio a  Ingrid, su madrastra: “El día en que nos conocimos, vi que Ingrid lo hacía todo fácil y natural. Yo estaba muy nervioso, apenas podía respirar, y ella era mucho más hermosa de lo que yo había llegado a imaginar. Se puso a hablar conmigo, no como hablan a un niño, sino de igual a igual. Me olvidé de que estaba nervioso porque ella era capaz de relajar a cualquiera. Estaba llena de gracia. Ingrid no hablaba mucho italiano, y tenía un acento gracioso, pero a mí me encantaba. Enseguida pareció que la conocía de siempre. No me costó nada entender por qué mi padre amaba a ese ángel, y me alegré de que ella fuera a formar parte de mi vida. Recuerdo su esplendida risa. Aunque hace ya tiempo que murió, aún recuerdo su maravillosa forma de reír.”  
 
Fellini & Bergman
Federico Fellini, director de cine italiano y amigo de Ingrid: ”No había visto en mi vida una mujer más hermosa. Para nosotros, en Italia, era como si la Virgen María hubiera descendido sobre nosotros desde Disneylandia. Uno intentaba no mirar a Ingrid, pero no podíamos menos que advertir su cutis increíble. No tenía poros.”

Danny Selznick, hijo de Irene y David Selznick (productor de Lo que el viento se llevó e Intermezzo: a love story):”Tuve  relación con Ingrid desde que yo tenía tres años. Ella era un miembro más de la familia. Mi padre tenía cuatro preocupaciones respecto a Ingrid Bergman. Ella no hablaba inglés, era demasiado alta (medía 1´80 en una época en que lo ideal para las actrices era medir 1´55), su nombre sonaba muy alemán y tenía las cejas demasiado pobladas. Ingrid aprendió inglés bastante deprisa, y era la única persona a quien no le gustaba como sonaba. Todos los demás consideraban que tenía un tono precioso. Ella también era su crítica más severa.
Al final, la altura no supuso ningún problema. Se evitaban tomas amplias de ella con los demás actores. Se resistía a cambiarse el nombre por el de Ingrid Lindström, pero ella no quería, pues consideraba que en Europa ya era muy conocida como Ingrid Bergman, y además no estaba nada segura de que fuera a quedarse en Hollywood.
Quedaban las cejas. Mi padre era un hombre que no aceptaba un no por respuesta, pero Ingrid era una mujer a la que un hombre no podía oponer resistencia fácilmente.
En aquella época, las actrices se depilaban las cejas, y a veces éstas no volvían a crecer.”No iba a dejar que me hicieran eso –dijo Ingrid-. Estaba dispuesta a regresar a Suecia con mis cejas antes de dejar que me las quitaran. No tenía ninguna garantía de que volverían a crecer, y yo estaba apegada a ellas, y ellas estaban apegadas a mí.””

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