Las obsesiones de Hitchcock

sábado, 8 de septiembre de 2012

Las obsesiones de Hitchcock

Tippi Hedren


Cincuenta años después del rodaje de Los pájaros, Tippi Hedren exponía ante la prensa su trauma con quien la descubrió, acosó y repudió: “Arruinó mi carrera, pero no mi vida”. A principios de agosto, se presentó The girl, donde la actriz se ha visto encarnada por Sienna Miller y que se estrenará en EE UU el 20 de octubre. Refleja la obsesión que sintió Alfred Hitch­cock hacia su musa de entonces y el sufrimiento que ella vivió en silencio para evitar perjudicar su propio futuro en el cine. Preguntada por el supuesto amor que el cineasta le profesaba, Hedren reflexionó: “No sé cómo llamar a aquello, pero desde luego no era amor. Cuando quieres a alguien, lo tratas bien. Estamos ante una mente [la de Hitchcock] incomprensible. Era malvado, pervertido, casi hasta peligroso”.

Tras sentirse abandonado por su musa Ingrid Bergman primero -que, tras tres películas, se fue con otro director, Roberto Rossellini, con quien se casaría- y por Grace Kelly después -convertida en princesa de Mónaco del brazo de Rainiero-, Hitchcock buscó una nueva rubia a su medida en Tippi Hedren, una modelo recién entrada en la treintena y madre soltera de una niña de cuatro años (Melanie Griffith). La vio en un spot de bebidas adelgazantes y, a pesar de que ella no tenía experiencia actuando, tuvo un flechazo. En su primer encuentro, la sometió al mismo ritual que a Kim Novak (con la que filmó Vértigo, una cinta que él no consideró redonda pero que acaba de desbancar a Ciudadano Kane como la mejor de la historia en la lista que cada 10 años realiza la revista Sight & Sound): la citó para hablarle de todo menos de cine. Solo que en la modelo, que estaba más viajada que Novak, encontró cierta réplica que le cautivó.

Tippi en Los pájaros

Encargó a Edith Head, la diseñadora de vestuario de sus pelícu­las, que le confeccionara todo un guardarropa para su día a día. Igual que había hecho antes con Vera Miles, Grace Kelly y Eva Marie Saint. Comenzaba así a moldear a su estrella. “Encontré eso sorprendente”, revelaría Hedren al biógrafo de Hitchcock Donald Spoto. “Se gastó mucho más dinero en regalarme un vestuario personal que en mi sueldo de un año”. “Estaba haciendo Vértigo con Tippi Hedren”, reflexionaría años después el guionista Samuel Taylor, aludiendo a la transformación a la que somete James Stewart a Kim Novak en la película, tratando de convertirla físicamente en la mujer muerta a la que amó.

No era ningún secreto: Hitchcock buscaba ansiosamente a su “nueva Grace Kelly”. De hecho, concibió Marnie, la ladrona como su gran regreso al cine. A diferencia de lo que muchos piensan, Kelly tenía el consentimiento de Rainiero, fan declarado del cineasta, pero la oferta coincidió con las iras del general De Gaulle, que, irritado por las ventajas fiscales que el principado ofrecía a ciertos hombres de negocios, cuestionó el estatuto privilegiado de Mónaco. Para no romper los lazos con Francia, el príncipe se vio obligado a moderar la imagen frívola de sus dominios, y eso incluyó la renuncia de Kelly a volver a la pantalla.

Tippi Hedren acabaría siendo Marnie. El director la tenía por entonces sometida a escrutinio. Ya en el rodaje de Los pájaros había solicitado a dos miembros del equipo que la espiaran fuera de plató. A sus meticulosas especificaciones gestuales sumó largas reuniones con la actriz en privado para discutir detalles del filme. Tal y como recordaría ella a Spoto: “Empezó a decirme qué llevar en mi tiempo libre, qué comer y los amigos a los que debía ver. Se ponía furioso si yo no le pedía permiso para visitar a algún amigo por la noche o un fin de semana”.

Le susurraba comentarios obscenos justo antes de rodar o la incitaba a beber martinis durante los ensayos. Hasta llegar al clímax: el momento del ataque al que se ve sometido su personaje, atrapado en una habitación y sin poder abrir la puerta. El director descartó las aves mecánicas, por resultar irreales, y enjauló a Hedren durante toda una semana, lanzándole pájaros vivos, para una escena de apenas un minuto y medio. El último día, casi pierde un ojo de un picotazo y fue devuelta a casa sedada tras un colapso nervioso. Hedren la recordaría siempre como “la peor semana de mi vida”. Como quien recita un mantra, Hitch­cock recuperó para sus entrevistas la cita de Oscar Wilde: “Destruyes aquello que amas”.


Tras el rodaje, la colmó de regalos y le enviaba ardientes notas entremezcladas con otras más profesionales con detalles sobre Marnie. Una vez en el set hizo instalar para Hedren un lujoso camerino rodante unido por una pasarela a su bungaló-oficina en la Universal. Al final de cada día, le enviaba champán, pero ella, para evitar sus constantes visitas, invitaba allí a compañeros del equipo. A pesar de saber de la inminente boda de la rubia con su agente, Noel Marshall, le confesó haber soñado con que ella le decía que le quería. “Hitch, tan solo se trataba de un sueño”, le respondió. Hasta que una noche se abalanzó sobre la actriz. Ante su rechazo, la repudió para siempre. A partir de entonces se referiría a ella simplemente como “esa chica” y restringiría su comunicación a instrucciones a través de sus ayudantes.


Su esposa, Alma, parecía aceptar estos enamoramientos románticos con sus actrices como puras fantasías, como la persecución de ese sueño, pero su fijación con Hedren saltaba a la vista. Las instrucciones al director de fotografía, Robert Burks, eran que la cámara se acercase a su rostro tanto como pudiera, “casi como si le hiciese el amor”. La guionista, Jay Presson Allen, dijo: “Estaba loco por Hedren, de igual modo que había estado obsesionado antes con una serie de frías actrices rubias”.

En su afán acaparador, el director se negó a que Hedren aceptara el Premio Photoplay, uno de los más prestigiosos del momento, a la actriz más prometedora del año. Telefoneó en su nombre y lo rechazó por ella. Cualquier teoría sobre que Hedren cayera en la lista negra es indemostrable, pero que uno de sus mayores hitos posteriores fuera el telefilme Los pájaros 2: el fin del mundo dice mucho de la alargada sombra que ha proyectado siempre la oronda figura de Hitchcock en la industria del cine.

fuente: El País


No hay comentarios:

Publicar un comentario