La música de la escena de la ducha en «Psicosis» todavía nos provoca un escalofrío en la columna vertebral cuando la recordamos. Su efecto, aunque en un principio parece no tener relación, es el mismo que provocó Jimi Hendrix con su versión rompe oídos del himno americano en un auditorio entregado en 1969 en Woodstock. Un equipo de investigadores de la Universidad de California (UCLA) ha estudiado por qué esta música chirriante y distorsionada, muy alejada de cualquier melodía agradable, puede atraer de forma tan fuerte a la gente, y han concluido, según publican en la revista Biology Letters, que los mecanismos para su creación están estrechamente relacionados con las llamadas de socorro en los animales.
«La música que comparte características auditivas con las vocalizaciones de animales en dificultades capta la atención humana y nos resulta muy excitante», dice Daniel Blumstein, uno de los autores del estudio y director del Departamento Ecología y Biología Evolutiva de UCLA.
Más informacion: ABC.es
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