abril 2020

miércoles, 15 de abril de 2020

30 aniversario del fallecimiento de Greta Garbo

Hubo un tiempo en el que las estrellas del cine eran tratadas como deidades. El star system hollywoodiense se encargó, a finales de los años 20 del siglo pasado, de fabricar diosas de la pantalla para satisfacer los deseos intangibles de los espectadores. Greta Garbo  fue un de ellas. Treinta años después de su fallecimiento se la sigue recordando como un referente cinematográfico y de estilo.

Greta Lovisa Gustafsson fue una de las actrices más misteriosas de Hollywood que, pese a sus intentos por desvincular su vida privada de su carrera en el cine, no consiguió nunca despegarse de la eterna sombra de los medios y paparazzis, ansiosos por conocer ya no a la actriz, sino a la magnética y enigmática persona que habitaba bajo su piel.

Nunca llegó a entender a quién podía interesarle lo que pasaba en su vida de puertas hacia dentro, pero lo cierto es que toda información parecía poca. La joven que un día abandonó la lejana Suecia para alcanzar el sueño americano reconoció no ser feliz y, de hecho, su melancólica actitud y prácticamente inexistente sonrisa se convirtió en uno de sus fuertes. Carácter no le faltaba y plantó cara a quien hizo falta, pese a su juventud, demostrando que llegaría a lo más alto.

Tras grabar El demonio y la carne, su romance con John Gilbert, que hizo suspirar a miles de fans, consiguió traspasar la pantalla y poco después la sueca se mudaría a casa de actor. A pesar de mostrarse reticente al matrimonio, la pareja de moda se comprometió y acordaron celebrar una boda conjunta con sus compañeros de profesión Eleanor Boardman y King Vidor, pero Garbo nunca llegó a presentarse frente al altar. Después de aquello la ex-pareja mantuvo la amistad, pero sus caminos, tanto personales como profesionales, tomaron direcciones completamente opuestas.



Después de este romance, la actriz, también un enigma indescifrable en el amor, hizo suya la mítica frase «Quiero estar sola», que pronunció en la película Gran Hotel. Se convirtió en un mantra hasta el final de sus días, pero Garbo no estuvo sola, sino más bien acompañada de las personas por las que ella quiso rodearse.

Tras su fracasado compromiso con Gilbert, también se relacionó a la sueca con el director Leopoldo Stokowski y el dietético Gaylord Hauser. Aunque si un nombre suena con más fuerza que el resto es el de Mercedes de Acosta, con quien se veía y mantenía contacto en secreto huyendo siempre de la persecución mediática. Los sentimientos de Garbo hacia la estadounidense han sido puestos en duda durante años, cuestionando si los de la poetisa eran correspondidos, pero lo cierto es que no fue la única mujer con la que se le relacionó.

Tras su temprana retirada a los 36 años fue aún más complicado seguir la pista de sus peripecias sentimentales. «Mi vida ha sido una travesía de escondites, puertas traseras, ascensores secretos, y todas las posibles maneras de pasar desapercibida para no ser molestada por nadie», llegó a decir en una ocasión. Y lo cierto es que, sea como fuere, cuando a los 84 años perdió la vida por complicaciones de su diabetes y una neumonía, su petición a los médicos que le atendieron no fue otra que no hablar públicamente sobre la causa de su muerte, que se conocería más adelante.

Fuente ABC.es

miércoles, 1 de abril de 2020

100 aniversario del nacimiento de Toshiro Mifune

Hoy se cumplen 100 años del nacimiento de Toshiro Mifune, actor japonés que mayor reconocimiento ha alcanzado en el mundo. Entre sus reconocimientos destacan dos premios al mejor actor en el Festival de Cine de Venecia por Yojimbo, en 1961, y por Barbarroja, en 1965. 



El actor japonés más célebre de la historia no nació en Japón sino en China. De hecho, no estuvo en Japón hasta que fue reclutado por el Ejército. Toshiro Mifune nació el 1 de abril de 1920 en Tsingtao (hoy Qingdao, en Shandong), ciudad de la Manchuria china por entonces bajo control nipon. Creció en una colonia japonesa metodista en la que su padre trabajaba como fotógrafo retratista.

Por influjo de su padre, desde adolescente Mifune mostró interés por la fotografía, actividad que le sirvió durante la Segunda Guerra, ya que fue destinado a labores de reconocimiento aéreo. Al terminar el conflicto entró en contacto con el cine como asistente de cámara.  Sin que él lo supiera, un amigo mandó una fotografía suya a un casting de actores y resultó seleccionado. Debutó en 1947 con un pequeño papel en una comedia y al año siguiente conoció al director Akira Kurosawa, con quien realizaría 16 películas magistrales.  

Mifune empezó a ganar notoriedad en 1948 por su papel de gánster en El ángel ebrio, de Kurosawa. Con personajes de carácter duro y despiadado, aunque no carentes de humor, conquistó al público en cintas como Rashomon (1950) y Los siete samuráis (1954). Ambas dirigidas por Kurosawa se volverían clásicas del cine mundial. 

Kurosawa, primer director japonés en adquirir notoriedad en Occidente, encontró en el actor una materia prima de primera calidad para crear obras maestras. A pesar de sus éxitos, la relación entre ambos no era idílica. Así, el crítico James Quandt refiere que “su colaboración se fundaba en una negociación volátil entre el director autocrático —aristocrático en su porte, imperioso y autoritario— y su actor principal mercurial, que mostraba humildad, necesidad ingeniosa y, tal vez, lo contrario, una cierta vehemencia”.  De acuerdo con John Farr, estaban hechos el uno para el otro: “Raramente, si no es que nunca, una colaboración entre un artista y su inspiración dieron como resultado un tesoro cinematográfico tan rico”. 

Este rico tesoro incluye también adaptaciones de Kurosawa a obras literarias occidentales, como El idiota de Dostoievski, que se convertiría en Hakuchi (1951); Macbeth de Shakespeare, transformada en Trono de sangre (1957), y la obra de teatro de Máximo Gorki Los bajos fondos, rebautizada como Donzoko (1957). Su última colaboración sería en Barbarroja (1965).  


Toshiro Mifune
Gracias a su éxito con las cintas de Kurosawa adquirió estatus internacional, lo que lo llevó a filmar cintas como Infierno en el Pacífico (1969), ¡Tora! ¡Tora! ¡Tora! (1969), El sol rojo (1971) y La batalla de Midway (1976).  Además, participó en películas mexicanas, llegando a estar nominado al Oscar y al Globo de Oro por Ánimas Trujano, de Ismael Rodríguez, donde hace el papel de un oaxaqueño irresponsable que busca convertirse en mayordomo de su pueblo. 

El crítico de cine Rafael Aviña escribe que “en uno de esos extraños casos de la historia fílmica”, en Ánimas Trujano Mifune fue uno los mejores actores del cine nacional. Interpretó magistralmente a un terco, borracho y pendenciero indígena zapoteco”. 


Fuente: milenio.com,