El 27 de mayo de 1949, Monroe decidió aceptar la oferta del fotógrafo Tom Kelley: una sesión desnuda a cambio de 50 dólares. Pone como condiciones que no se la reconozca (firma su contrato como Mona Monroe) y que la mujer del camarógrafo ejerza de carabina en el estudio.
Aquellos 50 dólares se multiplican por 20 cuando, dos años después, Kelley vende la foto de la anónima pin up -sensual postura, fondo de terciopelo rojo- a una imprenta de Chicago. Kelley cobra 900 dólares por la imagen, que se somete a un complejo proceso para la impresión de un calendario para recibir 1952. En lugar de las clásicas cuatro separaciones (placas) de color necesarias para la impresión en color -una plancha para cada porción cian, magenta, amarilla y negra-, se realizan al menos 21 separaciones, un exquisito trabajo de impresión en el que ajustar los matices de la foto original, destacar aspectos sin perder otros (se acentuó el rojo de los labios, pero sin alterar el bermellón del fondo) e, incluso, crear una versión de la foto con la chica vestida.
Por entonces, era ilegal enviar por correo desnudos, así que tras varias pruebas se creó una versión del calendario con un picardías negro. Toda "una obra maestra del arte de la impresión", según la compañía de imágenes vintage Limited Runs, propietaria de estas separaciones que se habían dado por perdidas hasta que, hace seis años, aparecieron en los archivos de la imprenta.
Ahora son objeto de una exposición que, desde esta semana, recorre seis ciudades de EEUU. La compañía confía en la publicidad para vender estas separaciones a algún museo por millones de dólares.
No será la primera vez que aquellos 50 dólares se multipliquen exponencialmente. El calendario -bautizado como Golden Dream, sueño dorado- vendió nueve millones de copias y pronto comenzó a surgir el rumor de que aquella sensual mujer era Marilyn Monroe, la bella durmiente de La jungla de asfalto o la divertida tontita de Eva al Desnudo y Divorciémonos. Aunque en un principio la 20th Century Fox negó que se tratase de su actriz, Monroe optó por confesar en una entrevista -emitida sólo unos días después de empezar el rodaje de Me siento rejuvenecer-, donde relató las penurias que sufría cuando se desnudó.
La foto no destruyó su carrera, sino que la catapultó, al igual que la de un avispado veinteañero: Hugh Hefner. El rey de las conejitas pagó 500 dólares por la imagen, que incluyó en el primer número de su nueva revista, Playboy, publicado en diciembre de 1953. "Sin Marilyn, yo no estaría aquí", ha reconocido Hefner en el pasado. "Es la mayor estrella sexual del siglo XX".
Fuente: EL Mundo
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