La belleza mutante de Elizabeth Taylor

domingo, 23 de marzo de 2014

La belleza mutante de Elizabeth Taylor

SU APARIENCIA GENERAL

"Si alguna vez existió una Helena de Troya de carne y hueso -una mujer cuya belleza fuera capaz de mover fronteras políticas o motivar el zarpe de míticos mil navíos- esa mujer fue Elizabeth Taylor". El homenaje de Sarah Ball, redactora de Vanity Fair, a la última gran diva del cine resume la imagen casi incomparable que proyectó en su carrera. Mientras sus fans solían calificar su hermosura como "incandescente", su gran amor Richard Burton llegó a afirmar que Taylor era "bella más allá de cualquier sueño".



Considerada como un ícono de la era clásica de Hollywood -siempre aparecía en público con su cabello perfectamente arreglado, un sofisticado maquillaje y numerosas joyas-, quienes la conocieron afirmaron tras su muerte que su imagen era única. "Al entrar en una habitación, tenía la presencia más imponente de todos los presentes. Era increíble", dijo Elizabeth Emanuel, diseñadora de varios atuendos para Taylor y del vestido de boda de la Princesa Diana.

Pero más allá de la atención al detalle que prestaba hacia su propia apariencia, su atractivo también se basaba en varios rasgos que los científicos han identificado como patrones de belleza, a los que se suman factores genéticos particulares de Taylor. Estos últimos no sólo resaltaban sus rasgos, sino que también habrían influido en los problemas cardíacos que generaron su muerte.


SUS PESTAÑAS

Los ojos de  Elizabeth Taylor constituían una de las partes de más atractivas de su cuerpo. Su color violeta era único en el cine, como también sus abundantes pestañas negras, las que siempre lucían como si estuviesen maquilladas. Pero no siempre era así, poseía este tipo de pestañas porque padecía una rara mutación genética llamada distiquiasis congénita, la cual genera una fila de pestañas adicional. Esta segunda capa suele estar constituida por pestañas más cortas, delgadas y claras que las normales.


La afección de la actriz fue destapada por el sitio Huffington Post, que recurrió a un especialista para explicar el fenómeno genético: "Esta mutación en las pestañas no siempre ayuda a realzar la belleza, como es el caso de Taylor. Al contrario, puede producir graves problemas en la cornea. Además, un 7% de las personas que sufren esta malformación también tiene problemas congénitos de corazón", indicó el especialista. La autora del artículo original es Roxanne Palmer, que  publió que Elizabeth Taylor era mutante. Efectivamente: la presencia de una segunda fila de pestañas existe. Los oftalmólogos lo denominan distiquiasis y saben que se transmite de forma autosómica dominante; en otras palabras, es un rasgo congénito que los hijos de padre o madre afectados heredan con una probabilidad del 50%. Según las leyes de la genética mendeliana, y si, como parece, ninguno de los progenitores de la actriz lo mostraba, entonces la mutación brotó en el genoma de la actriz. Asumiendo todo esto, la descripción de Liz Taylor como mutante es inobjetable.

El actor Roddy McDowall, con quien Taylor compartió en la película Lassie Come Home explica que "en el primer día de filmación, los productores la miraron y dijeron 'quiten a esa niña del set. Tiene mucho maquillaje, mucha mascara en los ojos' y fueron corriendo a quitarle el maquillaje y empezaron a frotarle los ojos con un paño húmedo para quitarle el maquillaje, pero ahí se supo que no llevaba nada puesto".


El origen de la historia se remonta a la enésima biografía de la actriz que en 2006 publicó J. Randy Taraborrelli, un hagiógrafo habitual del star system. En su libro Elizabeth, este autor narra cómo en 1932 un médico invitaba a los padres de una recién nacida a su despacho para comunicarles que su bebé tenía una "mutación". "Bueno, eso sonaba horrible [...]. Pero cuando explicó que sus ojos tenían doble hilera de pestañas, pensé, bueno, ahora no suena tan terrible en absoluto", escribía Taraborrelli citando a Sara, la madre de Taylor.

Cada persona nace con entre 100 y 200 nuevas mutaciones, según estimaba un estudio británico publicado en 2009 en Current Biology. "Todos somos mutantes", decían los científicos. Liz Taylor sólo tuvo suerte. Además de una mirada irrepetible que, dicho sea, la hizo más apta para sobrevivir en el ecosistema del cine.


SUS OJOS


Uno de los rasgos que hicieron famosa a la actriz fue el color de sus ojos, que solía ser descrito como violeta. Aunque sus ojos eran en realidad de un tono azul profundo y parecían adquirir color violeta con la iluminación adecuada,  que daban más sensualidad a su mirada.


SU ROSTRO

Su rostro no sólo destacaba por el color de sus ojos, sino que por su tez pálida y pelo oscuro. Según Nancy Etcoff, sicóloga de la U. de Harvard (EE.UU.) y autora del libro La supervivencia de los más hermosos: la ciencia de la belleza, fue la combinación de estos factores lo que generó el encanto de Taylor. "Un contraste más intenso de facciones hace que un rostro se vea más femenino". Precisamente, estudios de Richard Russell -sicólogo del Gettysburg College (EE.UU.)- determinaron que los individuos participantes calificaban como más femeninas las caras que mostraban mayor contraste entre los ojos y los labios y la piel.

De hecho, dice Russell en uno de sus estudios, esto explica el éxito de los cosméticos, ya que funcionan intensificando ciertos atributos faciales. "El maquillaje opera, precisamente, para exagerar estas diferencias. Al hacer que los ojos y los labios se vean más oscuros, sin alterar la piel que los rodea, se eleva el contraste facial", explica el sicólogo en un comunicado de prensa.

Según añade Etcoff, Taylor poseía otro rasgo de belleza que la gente suele pasar por alto, como es una quijada pequeña y delicada. En la pubertad, dice la investigadora, las caras masculinas desarrollan arcos oculares más pronunciados y mandíbulas rectangulares, mientras que los rasgos femeninos permanecen menos pronunciados en esas áreas. "Si pensamos que un signo de belleza es la hiperfemeneidad, ella tenía un rostro inferior con grandes labios y quijada pequeña; ese es un aspecto de belleza muy notorio en su cara", señala.

Hace dos años, Stephen Link -sicólogo de la U. de California en San Diego- hizo que 160 estudiantes miraran cientos de rostros con distintos rasgos. ¿El fin? Identificar las proporciones faciales consideradas como más atractivas. Esta "proporción dorada" resultó ser la siguiente: cuando la distancia vertical entre los ojos y la boca de una mujer correspondía a 36% del largo de la cara, y cuando la distancia horizontal entre los ojos llegaba al 46% del ancho facial, la cara era juzgada más atractiva. Y el rostro de Taylor encajaba perfectamente en ese índice.

"Al analizar fotos de su rostro, podemos estimar sus proporciones. Y ellas son casi idénticas a las 'proporciones doradas' que encontramos. Aunque existen muchas fotografías de su rostro tomadas de diferentes ángulos, como la portada de la revista Time de 1949, las proporciones que he podido calcular son lo suficientemente exactas", dijo Link.


SU CUERPO

En términos de figura física, la ciencia también ha mostrado que el cuerpo de Taylor correspondía a un ideal de belleza femenina. Hace algunos años el hoy fallecido Devendra Singh, sicólogo de la U. de Texas y especialista , estableció que la proporción ideal era una cintura de 70 cm y caderas de 90 cm.

De acuerdon con Etcoff, Taylor encabaja casi a la perfección en esas medidas. "Ella era vista como voluptuosa. Eso se combinaba con una cadera pequeña que la hacía exageradamente femenina y atractiva", dijo.

Fuente: publico.es, diario.latercera.com

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