Hubo un tiempo en el que las estrellas no iban al supermercado, sólo vestían alta costura que el resto de mortales no podía permitirse y sus pecados eran encubiertos por los Estudios que las encumbraban. Olivia De Havilland fue testigo de aquel Hollywood dorado .Es una de las pocas estrellas supervivientes de la época dorada de Hollywood (la única que queda viva del reparto de Lo que el viento se llevó, cuando se lo han comentado en los últimos años, ella lo recibe con cierta sorna, alegando que no tiene mucho mérito. "Lo único que he hecho es no morirme".) y, desde luego, la más longeva. Sólo Kirk Douglas, seis meses menor, vive y compite en gloria con ella. Aunque dueñas de una fama planetaria, otras actrices como Zsa Zsa Gabor (99 años) o Doris Day (92) no llegaron a disputarle su condición de mito del celuloide.
De Havilland en 2010 |
Descubierta con sólo 19 años por el mítico director alemán Max Reinhardt, esta actriz cuenta con cinco candidaturas al Oscar en su haber y dos estatuillas: La heredera y La vida íntima de Julia Norris. En la primera daba una vengativa lección a un deslumbrante Monty Clift y en la segunda interpretaba a una abnegada mujer que daba a su hijo en adopción para evitar el escándalo. Precisamente, a Havilland, como al íntegro Gregory Peck, le gustaba interpretar papeles bondadosos. "En los 30 era difícil encarnar a chicas buenas, la moda era interpretar chicas malas. Realmente, yo creo que es más aburrido. Siempre he tenido más suerte interpretando chicas buenas porque requieren más de una actriz". Sin duda, el epítome de esta afirmación fue su santurrona Melanie Hamilton, de Lo que el viento se llevó, esa cándida mujer que le ponía en bandeja de plata a Escarlatta O'Hara birlarle el marido.
su belleza dulce, como de novicia, la hacía perfecta para este tipo de papeles, aunque a la actriz no le importaba afearse si la película le daba la posibilidad de ganar un Oscar (ojo a su caracterización en La heredera). Vamos que eso de Charlize Theron de afearse para ganar la estatuilla, ella ya lo había inventado medio siglo antes
Olivia de Havilland pudo haber ganado un tercer Oscar por Un tranvía llamado deseo. Sin embargo, rechazó el papel porque "una dama no dice ese tipo de cosas". También rechazó el papel de Donna Reed en ¡Qué bello es vivir! Malas elecciones que no empañan una carrera brillante que cerró en 1977 con la coproducción alemana El quinto mosquetero, en la que por cierto coincidió con Sylvia Kristel. Sí, Emmanuel y Melania Hamilton mano a mano. "No echo de menos hacer películas, la vida está llena de cosas de gran importancia, que son más enriquecedoras y absorbentes que la vida de fantasía".
Hoy Olivia de Havilland cumple 100 años y, según quienes han podido departir con ella, mantiene una sorprendente agilidad mental. Lo demostró cuando «sólo» tenía 94 años: en una entrevista para The Telegraph, evocó anécdotas y aclaró equívocos. Por ejemplo, con respecto a su convulsa relación con el actor y rompecorazones de origen australiano Errol Flynn. En aquella ocasión, De Havilland fue rotunda: «Siempre se han escrito muchas tonterías al respecto (...). Yo no le rechacé. También me sentía muy atraída por él. Pero le dije que no podíamos tener nada mientras él siguiera con Lili (esposa de Flynn)», replicó."Hubiera arruinado mi vida".
La «inolvidable Olivia» fue la primera de las hermanas De Havilland en convertirse en actriz. Cuando su hermana pequeña Joan Fontaine se propuso seguir sus pasos, su madre, que favoreció siempre a su primogénita, se negó a que utilizara el apellido familiar. Aquello abrió una brecha entre ambas intérpretes. Según el biógrafo Charles Higham, nunca se llevaron bien. Su gran desencuentro tuvo lugar en 1942, cuando ambas competían por el Oscar. Joan ganó por su papel en el filme Sospecha, de Alfred Hitchcock. Joan recordaba en su biografía "Me quedé helada. Clavé la mirada hacia el otro lado de la mesa y ella me susurró: 'Levántate'. Me vino de golpe, como un caleidoscopio, todo el resentimiento que sentimos de niñas. [...] Temí que Olivia saltase por encima de la mes para tirarme del pelo".
¿De donde venía su fraternal odio? Ninguna lo ha contado. Según dijo la protagonista de Rebeca en su biografía, No bed of Roses, "he sido una extraña en su vida, una intrusa. Al ser mayor, Olivia tendría que haber cuidado de mí. Por el contrario, toda mi existencia ha tratado de desequilibrarme. No hablamos desde la muerte de mamá, en 1975". En el mismo libro Fontaine se explayaba sobre su hermana. "No recuerdo un momento en toda mi niñez en el que tuviera un gesto amable conmigo", escribe y cuenta como una vez se tiró sobre ella rompiéndole la clavícula.
Según el director, George Cukor lo que distanció a ambas fue su madre, "una dictadora con enaguas, que sembró la discordia entre ambas". Si fue ella, los papeles por los que rivalizaron o el magnate Howard Hughes, que tonteó con ambas, quienes las separaron quedará en la nebulosa de las leyendas de Hollywood. Lo cierto es que ninguna se volvió a dirigir la palabra a la otra después del funeral de su madre. "Olivia siempre ha dicho que yo he sido la primer en todo: en casarme, en tener un Oscar, en tener un hijo. Así que si me muriese la primera, se cogería un buen berrinche porque me habría adelantado también en eso", dejó dicho.
¿De donde venía su fraternal odio? Ninguna lo ha contado. Según dijo la protagonista de Rebeca en su biografía, No bed of Roses, "he sido una extraña en su vida, una intrusa. Al ser mayor, Olivia tendría que haber cuidado de mí. Por el contrario, toda mi existencia ha tratado de desequilibrarme. No hablamos desde la muerte de mamá, en 1975". En el mismo libro Fontaine se explayaba sobre su hermana. "No recuerdo un momento en toda mi niñez en el que tuviera un gesto amable conmigo", escribe y cuenta como una vez se tiró sobre ella rompiéndole la clavícula.
Según el director, George Cukor lo que distanció a ambas fue su madre, "una dictadora con enaguas, que sembró la discordia entre ambas". Si fue ella, los papeles por los que rivalizaron o el magnate Howard Hughes, que tonteó con ambas, quienes las separaron quedará en la nebulosa de las leyendas de Hollywood. Lo cierto es que ninguna se volvió a dirigir la palabra a la otra después del funeral de su madre. "Olivia siempre ha dicho que yo he sido la primer en todo: en casarme, en tener un Oscar, en tener un hijo. Así que si me muriese la primera, se cogería un buen berrinche porque me habría adelantado también en eso", dejó dicho.
Olivia de Havilland |
Considerada la novia de América desde que en 1939 protagonizara Lo que el viento se llevó, Olivia obtendría tres nominaciones antes de ganar su primer Oscar con La vida íntima de Julia Norris, en 1946; el segundo le llegó por La heredera, en 1949. Gran defensora de los derechos de los trabajadores, contribuyó decisivamente a cambiar las reglas de Hollywood en 1940, cuando llevó a juicio a los estudios Warner Brothers con el apoyo del Sindicato de Actores. Gracias a su esfuerzo, se acabaron los contratos de posesión de los estudios y, hasta la fecha, se reconoce a la llamada «ley Havilland» como uno de los grandes logros de la historia de la meca del cine. «Todos creían que perdería, pero yo estaba segura de ganar. Sabía que lo que hacían los estudios con los actores no estaba bien», explicó.
Cansada de los chismes, frustrada con la industria, en la década de los 50 se instaló en París. Allí vive desde mediados de los 50, cuando se casó con Pierre Galante, editor de la revista París Match y uno de los celestinos entre Grace Kelly y Rainiero de Mónaco. Pese a divorciarse en los 70, ella ha seguido habitando en su elegante piso de la rue Bénouville. Asegura que le encanta vivir entre franceses, "son gente muy creativa" y "aquí las iglesias y los castillos son de verdad, no de cartón como en las películas". En una entrevista confesaba incluso que le seducían todas las palabras francesas."Creía que saucisson era tan exquisita, que me parecía el nombre perfecto para un niño... hasta que me enteré de que significaba salchicha". Francia ha correspondió a su amor.Fue la primera mujer en dirigir el Festival de Cannes, en 1965.
De Havilland aún reside en París, ciudad a donde huyó, en la cúspide de su carrera, de la implacable competencia con su hermana. Una rivalidad que duró 60 años y terminó en el 2013 con la muerte de Joan, a los 96 años. Hoy, la primogénita de los De Havilland cumple un siglo y, con este aniversario, un brillante capítulo de la historia de Hollywood sigue abierto.
Fuente: ABC.es, El País
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