Manoel de Oliveira |
Manoel de Oliveira era un grande del cine portugués, europeo y mundial. El único cineasta en ejercicio que había trabajado en los tiempos del cine mudo. "Era un señor", sentenció ayer en su cuenta de Twitter el ex presidente del Festival de Cannes Gilles Jacob. Premiado en Venecia y Berlín, en Cannes Oliveira era venerado. Se marchó ayer a paso lento, Jueves Santo, como si hubiera querido rodar en un plano largo La última cena en homenaje a su admirado Buñuel, otro "creyente descreído" como él.
Una carrera de más de 80 años: intimista, difícil, valorada exclusivamente en círculos intelectuales. Debía ser duro que su obra fuese continuamente asociada a la senectud, al milagro biológico. Por ello se paseaba por los grandes festivales como un dandy, con ese despiste calculado de aquellos que no oyen.
Fascinaba a los periodistas con su lucidez y quizá le incomodara ser el líder -en esta época tan dada al culto de las listas- de los directores más longevos. Era un Dorian Gray que borraba sus 106 años con su buen aspecto mientras espera un tren entre los azulejos de la estación de San Bento.
Fuente: El Mundo
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