En el tercer capítulo de Historias del séptimo arte repasamos las películas censuradas, que fueron muchas. La coincidencia de la vulnerabilidad del soporte con la época de los totalitarismos en Europa tampoco ayudaba. Los nazis no solo quemaban libros, y cuando Hitler llegó al poder en el 1933, se encargaron de exterminar películas como Diferente de los otros, una precursora cinta de 1919 en la que se reivindicaba la homosexualidad. En 1970 apareció parcialmente en Alemania.
Sergei M. Eisenstein |
El prado de Bezhin (1937), de Sergei M. Eisenstein -el equivalente ruso Welles por genialidad y calamidad- padeció la censura estalinista que ordenó paralizarla en fase de rodaje y destruirla. Lo que no purgó Stalin, lo destruyeron los bombardeos nazis en la II Guerra Mundial. Y lo que no destruyó Stalin ni las bombas son algunas secuencias que no reflejan la idea original de Eisenstein.
Y como epílogo una hermosa historia retratada en el documental Los ojos de Ariana, de Ricardo Macián. Cuando los talibanes se hicieron con el control de Afganistán en 1996, el Ministerio de Asuntos Religiosos ordenó destruir el archivo del Instituto de cine Afgano. Los funcionarios que trabajaban en la filmoteca se las ingeniaron para emparedar los rollos en dobles fondos, arriesgando sus vidas para proteger el patrimonio. La trasmisión cultural como acto heroico.
fuente: RTVE.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario