Los incendios en los depósitos de películas terminaron con buena parte del cine mudo, del que se estima que solo han resistido entre el 25 y el 10 % de de las películas rodadas en todo el mundo. La conservación del material fílmico tiene un antes y un después en 1952. El uso de nitrato en las películas anteriores a esa fecha las convertía en una material altamente inflamable. Si no se preservaba correctamente podía incluso entrar en combustión espontánea.
En el incendio en 1970 de la casa que Orson Welles tenía en el barrio de Aravaca en Madrid se creía perdida para siempre Two much Johnson. No es una película en sentido estricto pero sí uno de los primeros materiales rodados por el genio americano.
“El nitrato de celulosa se usaba porque era un plástico de gran calidad y transparente pero era altamente inflamable”, explica Ferrán Alberich, restaurador de la Filmoteca española que trabajó en la restauración de Un perro andaluz en 1999. “En 1952 se añade el acetato de celulosa, un poco más opaco pero más seguro, hasta que se descubrió que a los 50 años se autodestruye, porque el ácido acético libera vinagre. Ahora, las películas son de poliéster, prácticamente indestructible”.
Pese a todo, y si el calor y la humedad lo permiten, no se puede descartar descubrimientos en sótanos o depósitos, como el rocambolesco hallazgo de El misterio de la puerta del sol, la primera película española sonora, en un trastero de Burgos en 1994. Llamas al margen, la despreocupación general por preservar durante las primeras décadas del siglo XX y la preocupación particular de las dictaduras por destruir por motivos ideológicos son también responsables de la desaparición de muchas cintas.
Solo en un incendio de 1965 en el depósito de la Metro Goldwing Mayer se perdieron más de 100 películas mudas y sonoras para siempre, entre ellas London after midnight de Tod Browning. Algunas celebridades silentes, como Theda Bara –cuya Cleopatra de 1917 es una pieza codiciada- o Clara Bow, tienen buena parte de su filmografía hecha cenizas
Muchas de los cortometrajes de Georges Méliès, el mago-fundador del cine, se encuentran desaparecidos pese al empeño personal de Martin Scorsese que -además de homenajear a Méliès en La invención de Hugo- ha conseguido recuperar y restaurar algunas de sus cintas a través de su fundación.
Una década antes de dirigir Lo que el viento se llevó y El mago de Oz, Victor Fleming estrenó El destino de la carne (1927). El actor Emil Jannings obtuvo el primer Oscar como mejor actor de la historia, el único premio de la Academia de Hollywood que no puede verse: apenas quedan cinco minutos de película.
En España, un incendio de un depósito en Madrid en 1944 destruyó buena parte del material rodado en la Guerra civil y muchas películas republicanas.
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