'De la cabeza a los pies me hicieron para el amor, nací de esta manera y no puedo evitarlo', cantaba el ardoroso Angel azul. La Dietrich fue única.Su lista de amantes de ambos sexos fue interminable, su vida es un derroche de glamur, erotismo y pasión.
Hermoso trasero, pero necesita un rostro’. Esta fue la reacción de Sternberg, su descubridor al conocerla. Ella era entonces una jovencita rellenita de tan sólo 1’65 de estatura, de rala cabellera y rudas facciones, pero el director alemán supo vislumbrar lo que se escondía tras esa vulgar fachada y apostó por ella. La joven María Magdalena Dietrich, (hija de viuda, tomó el apellido de su padre) Lena en familia, Marlene al cumplir 11 años, había dado con su Pigmalión. Atrás quedaban su carrera de violinista, truncada por una oportuna lesión de muñeca, sus inicios en el famoso Teatro Alemán con el prestigioso Marx Reinhart y su matrimonio seis años antes con un checo, Rudolf Sieber al que había conocido durante el rodaje de una película de cine mudo. Con él tendría a su única hija, María.
Marlene había tenido tórridas relaciones con miembros de uno y otro sexo cuando conoció a Sternberg. Casi inmediatamente se hicieron amantes y él inició su obra, dispuesto a convertir a la joven Marlene en una bomba erótica. Él la transformó en la femme fatal por antonomasia, volcó en ella todos sus conocimientos y obsesiones fetichistas, la modeló a su gusto y la hizo fascinante. Descubriendo su inherente magnetismo creó el mito erótico, le hizo perder unos kilos, le enseño a maquillarse y a iluminar su rostro a fin de disimular su ancha nariz nórdica y marcar sus pómulos eslavos, le cambió el peinado, y lo más importante su personalidad. La joven aprendió a hacer de su lánguida mirada un objeto de seducción y a desplegar con descaro esas interminables piernas que en el futuro aseguraría por miles de dólares, esto es hizo de ella un ardoroso y subyugante objeto de deseo. Ella era Lola Lola la depravada reina del cabaret de El ángel azul, su debut cinematográfico y su catapulta a la fama. Había nacido Marlene. La película cosecha un gran éxito, considerada obra maestra de la historia del cine, descubre a la estrella y a la vez muestra una sociedad corrompida y en crisis, el nazismo estaba al acecho.
La actriz siempre esplendorosa, ya de pequeña gustaba de lucir las joyas y pieles de su madre que llevaba a escondidas al colegio donde las lucía ante la asombrada mirada de sus compañeras, gasta su primer sueldo en un suntuoso abrigo de pieles. Cegada por el éxito abandona a su marido y a su hija, y sigue a Sternberg a Hollywood, éste le consigue un contrato para la Paramount y convencido de su talento se entrega a Marlene. Empecinado en hacer de ella una irresistible vamp insiste en su figura, le hace perder quince kilos, y a fin de afinar su rostro, le convence para que se extraiga las muelas del juicio, dato que ella siempre negó, la maquilla para acentuar su teutona palidez y depila sus cejas a lo Greta Garbo, quien curiosamente sería su eterna rival. Siempre se las compararía y dato curioso compartirían amante, Mercedes de Acosta.
Director y estrella viven juntos aunque en casas separadas, lo que no impide que la esposa de Sternberg se pleitee con la actriz, por ‘enajenación conyugal’ la Dietrich saldría victoriosa. Se inicia una fructífera relación durante la cual ruedan seis obras culminantes: Marruecos (1930), junto a Gary Cooper, en la que no oculta su bisexualidad y luciendo un esmoquin besa provocativamente a otra mujer, su película favorita, Fatalidad (1931), El Expreso de Shanghái (1932), La Venus rubia (1932), Capricho inmortal (1934) y El diablo es mujer (1935), donde interpreta a una tabaquera española y genera un conflicto hispano estadounidense de gran eco.
Tras romper su relación con Sternberg rueda con directores de la talla de Hitchcock, Wilder, Lubistch o Welles, antiguo amante bajo cuya batuta interpreta su último papel como protagonista en Sed de mal.
Su clamoroso éxito, atrae la atención de Hitler que intenta convertirla en primera estrella de cine del Reich, a lo que ella se niega rotundamente. Detestaba a Hitler y militó activamente contra el nazismo lo que le acarrearía no pocos problemas con sus compatriotas aunque siempre ella siempre reivindicó su nacionalismo pese a nacionalizarse americana.
En 1943 se calzó un uniforme militar y acudió presta a arengar a los aliados a primera línea de fuego. Entonando su Lilí Marlen que la consagró como cantante, se convirtió en un símbolo para los soldados de ambos bandos. En 1947 recibiría la Medalla de la Libertad por esta valiente postura. A finales de los años cincuenta su nombre ilumina los letreros de las salas más importantes del mundo desde Las Vegas a París. El ángel azul, cosas del sino, retoma su carrera y triunfa como cantante, llega a ganar dos millones de dólares como show woman y conquista a sus fieles admiradores que fascinados acuden a ver a su ídolo en carne y hueso.
Viendo marchitar su belleza, decide en el ocaso de si vida recluirse en su casa de la parisina Avenue Montaigne, diez años después fallece su edad sólo ella la sabe. La mujer más sola del mundo es enterrada junto a su madre en su Berlín natal.
En 1999, el American Film Institute la denominó la novena estrella más grande de todos los tiempos su fulgor jamás se apagará.
fuente: la vanguardia
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