Con motivo del tercer Festival de Cine Clásico, que organiza la cadena Turner Classic Movies en el Grauman’s Chinese Theatre, de Los Ángeles, Novak revivió a la rubia platino de 24 años que en Vértigo (1958), de Alfred Hitchcock, y en la piel de la maravillosa y misteriosa Madeleine, seducía a James Stewart en aquella extraña historia de espíritus.
Con la proyección de esta película, se formaron largas colas de un público entusiasmado de ver la versión restaurada de esta obra maestra. Y es que los cinéfilos no olvidan a Kim Novak, como se pudo comprobar cuando la actriz, de 79 años, dejó las huellas de sus manos y sus pies frente al Grauman’s Chinese Theatre, de Los Ángeles.
Novak había llegado a Los Ángeles procedente de su retiro en Oregon, donde vive junto a su marido, Robert Malloy, y sus cinco caballos y a su regreso se llevó con ella algo de su perdida gloria, la que cosechó en los años 50 y 60. Estos últimos años, no obstante, no han sido un camino de rosas para la actriz, que en la rueda de prensa de su homenaje reconoció que padece un trastorno bipolar. Pero existen medicinas que puedes tomar ahora para esto. A mí no me lo diagnosticaron hasta muy tarde. Y sufrí más la parte depresiva que la maníaca». No es la primera vez que sale a la luz una dolencia de Novak: en octubre del 2010, según revelabaThe Hollywood Reporter, se supo que sufría un cáncer de mama, pero del mismo se recuperó bien.
Además, Novak aseguró que le gustaba trabajar con Alfred Hitchcock, «porque sabía lo que quería. Sabía cuándo dejarte que te encargaras del papel, dónde te tenías que poner, qué vestir, aunque muchas veces no estuviera de acuerdo en eso. Y se ponía detrás de la cámara para no intimidarte demasiado».
De entre las películas más célebres de Novak (Chicago, EE.UU.), que en las antesala de su carrera de actriz trabajó como modelo, cabe destacar, entre otras, El hombre del brazo de oro (1955), junto a Frank Sinatra;Me enamoré de una bruja (1958), de Richard Quine; o Bésame tonto (1964), de Billy Wilder.
Uno de los papeles que le hizo destacar entre el público fue su trabajo en Picnic (1955), de Joshua Logan, donde se mostraba en todo su esplendor. Su interpretación le valió una nominación a los premios Bafta. Su última aparición en la pantalla fue en Liebestraum, de 1991. «Creo que no fui concebida para tener una vida en Hollywood», reflexionó Novak en la rueda de prensa. “¿Hice lo que debía hacer, marcharme? ¿Me fui de Hollywood cuando no debía? Cuando lo pienso, me pongo triste”, reconoció.
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